Ciudad México. La transición en México comenzó y tanto el presidente saliente, el priista Enrique Peña Nieto, como su sucesor electo y antiguo rival político, Andrés Manuel López Obrador, decidieron que se hará de manera ordenada y pacífica.
López Obrador comenzó ayer con una reunión con su equipo que luego lo acompañará a una cita con Peña Nieto sin que se hayan producido incidentes electorales de relevancia o conatos de ingobernabilidad como en ciclos comiciales.
La primera reunión entre Peña Nieto y López Obrador tras las elecciones del domingo, en las que este último arrasó con 53% de los votos según un conteo preliminar, tendrá lugar en el Palacio Nacional, la oficina de gobierno frente al icónico Zócalo de la capital mexicana.
Con un estilo desconocido para México, cuyos mandatarios desde su elección eran rodeados de seguridad y se volvían inaccesibles, López Obrador aceptó el martes entrevistas de reporteros subidos en motocicletas que lo perseguían por la ciudad mientras se desplazaba en su propio auto usado, un modesto Volkswagen Jetta blanco. El vehículo circulaba entre el tráfico sin custodia policial mientras el mandatario electo hacía anotaciones en una pequeña agenda sentado en el asiento del copiloto.
En su discurso del domingo López Obrador, también conocido como AMLO, explicó que había pautado la reunión con el mandatario.
“Debo reconocer el comportamiento respetuoso del presidente Enrique Peña Nieto en este proceso electoral. Muy diferente al trato que nos dieron los pasados titulares del Poder Ejecutivo”, dijo AMLO, un izquierdista de 64 años que durante más de una década desafió a lo que llamó “la mafia del poder” del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el conservador Partido Acción Nacional (PAN).
En un gesto inusual en el sistema político mexicano y que alejó el fantasma del fraude y la inestabilidad, AMLO fue felicitado por sus rivales pocas horas después del cierre de la votación.