Investigación de Flacso detalla las jornadas de trabajo, no reconocimiento de derechos y otras dificultades

El 49 por ciento de las trabajadoras domésticas en la República Dominicana trabaja entre 10 y 16 horas diarias enfatiza un estudio realizado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en el país.

La investigación “Epidemiología del trabajo doméstico: el proceso de vivir, trabajar, enfermar y morir de las trabajadoras del hogar” refiere que la proporción de trabajadoras que tienen al empleo doméstico como única opción fue del 82 % y la mitad de las encuestadas lo hace a tiempo completo con dormida.

El 85 % de las trabajadoras encuestadas perciben un salario igual o menor al salario mínimo en el país, es decir unos RD$13,482.00, pero el salario mínimo en ese sector no está regulado, ya que cada empleador paga salarialmente lo que considera y eso puede oscilar entre los tres mil o nueve mil, dijo una representante del sector doméstico.

El 93.3 % de las trabajadoras domésticas encuestadas refiere que no disponen de contrato laboral, lo cual es un reconocimiento de la desprotección legal en el proceso de trabajo, con una carga de las labores en las que el 79 % trabaja cinco días durante toda la semana, 28% que no dispone de ningún descanso laboral semanal y el 63 % de las mujeres nunca tuvo vacaciones pagas.

Las grandes tareas descritas en el proceso de trabajo doméstico en la República Dominicana consisten en cocina (84 %), lavado y planchado (81 %); y limpieza (96 %), con una proporción significativa en el cuidado de niños(as) (55%).

Lo constatado en el no reconocimiento de horas extras, se profundiza en caso de despidos. Más de la mitad de las trabajadoras domésticas no recibió indemnización laboral alguna (58 %), algo que se mantendrá como frecuencia en maternidad y despidos, dice el documento hecho en colaboración con la Fundación Friedrich Ebert.

“Uno veía el trabajo doméstico como una opción por obligación, por el mismo poco estudio y las pocas oportunidades para una estudiar; y, bueno, era lo que le tocaba hacer. No queda de otra” dice una joven trabajadora doméstica.

Otra refiere que “muchas mujeres tienen que trabajar porque, a veces, los esposos no tienen para sustentar la familia. En el caso mío yo tuve que trabajar, porque el papá del hijo mío se mató desde que tenía seis años; no me quedó otra opción que salir a trabajar”.

El 95 % de las trabajadoras domésticas encuestadas son de nacionalidad dominicana; y un 5 %, inmigrantes (de nacionalidad haitiana). El 77 % de estas trabajadoras tiene más de seis años en el empleo doméstico.

Caso de las migrantes

En el caso de las inmigrantes, dice una de las encuestadas que “el trabajo doméstico es por la necesidad grave que tiene, porque a las chicas siempre se les ve caminando por aquí en una forma que no tienen recursos educativos para llegar a trabajar en hoteles o sitios grandes”.

Añade que “hay chicas que tienen educación que pueden trabajar en áreas grandes, pero depende del tipo de documentos que tú tienes; si eres extranjero es muy difícil de conseguir trabajo en una oficina u hotel. Si eres extranjero debes buscar solo trabajo doméstico”.

Maternidad y educación

Aunque la mayor proporción de las encuestadas detalla tener acceso a los controles de salud de la mujer, necesarios cuando lo requiera la trabajadora doméstica, durante una semana laboral (92%), y a los controles prenatales en caso de transitar un embarazo (85%), solo un 27% de las mujeres embarazadas logra una licencia por maternidad con pago salarial completo. Asimismo, las atenciones de salud de la mujer y los controles prenatales corren por cuenta de cada trabajadora doméstica sin licencias pagas por parte empleador.

“La maternidad no existe. El derecho a la maternidad no existe. La mayoría de las mujeres que trabajamos en casas de familia, cuando salimos embarazadas… somos despedidas”, señala una de las participantes de la investigación.

La casi totalidad de las mujeres trabajadoras domésticas es madre (95 % con hijos); el 82 % tuvo su primer nacimiento antes de los 24 años, pero con una particularidad a destacar: el 45% tuvo un embarazo siendo adolescente (menor de 18 años). Tan solo el 15 % se encuentra casada legalmente, dice la investigación.

Frente a procesos de salud-enfermedad y/o accidentes en el proceso de trabajo doméstico, un 56 % de las situaciones no recibió ninguna protección ni descanso; y, en algunas situaciones, implicó el propio despido de la trabajadora. Esto permite observar los antecedentes, lo que ya ocurría en casos de procesos de salud-enfermedad y accidentes laborales antes del SARS-CoV-2. Los resultados permiten describir una frecuencia de rango de edad donde el 60 % de trabajadoras es menor de 44 años, incluyendo que un 20 % es menor de 24 años. El 67 % proviene y reside en zonas rurales y tres de cada diez mujeres tienen estudios primarios incompletos e, incluso, un 10% no sabe leer ni escribir.

Doble jornada de cuidado y tareas domésticas

En la tarea de cuidados, la duplicación de la jornada implica que la trabajadora doméstica (en un 32,5%) tiene que cuidar a los hijos y adultos mayores, así como realizar las tareas domésticas, cuando vuelve de su empleo.

La doble carga laboral y de cuidados queda establecido en el regreso a sus hogares: “este trabajo, además de la poca remuneración y las condiciones laborales sin derechos que tiene, también produce en la doméstica los niveles de dependencia emocional.

“Muchas se van dando cuenta que, por ejemplo, tienen cinco años en una casa y nunca le han dado vacaciones… o cuando, por ejemplo, ellas se dan cuenta de que tienen derecho a doble sueldo o salario 13 y su empleadora lo que le da es un televisor viejo”, refiere una encuestada.

Nacionalidad
El 95 % de las trabajadoras domésticas encuestadas son de nacionalidad dominicana; y un 5 %, inmigrantes (de nacionalidad haitiana).

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