Osiris de León propuso la creación de una ley que obligue a que cada auto esté provisto de un catalizador electrolítico capaz de convertir el venenoso monóxido de carbono en dióxido de carbono y así proteger de manera urgente la vida de nuestra gente, a propósito de la muerte la semana pasada de una abogada y dos niñas.Desde el origen del planeta Tierra, hace unos 4,567 millones de años, las erupciones volcánicas han emitido vapor de agua (H2O), dióxido de carbono (CO2), óxidos nitrosos (NOx) y otros gases que han sido responsables del desarrollo de la vida en nuestro planeta, ya que desde los primeros organismos unicelulares, procariotas y eucariotas, hasta los seres vivos de hoy, todos hemos dependido de esas moléculas que están presentes en el aire que respiramos y en el agua que tomamos, pero cualquier modificación en la relación entre los átomos que constituyen las moléculas, puede representar la diferencia entre la vida y la muerte, y ese es el caso de la simple diferencia que existe entre el exquisito dióxido de carbono (CO2) que disfrutamos diariamente disuelto en bebidas gaseosas refrescantes, como Coca Cola, Pepsi Cola y las aguas gasificadas, y el altamente tóxico monóxido de carbono (CO), el cual es capaz de envenenar y matar, pues al quitarle un simple átomo de oxígeno al CO2 ya lo hacemos tóxico y capaz de quitar la vida.
Y esa compleja realidad química la vivimos la pasada semana al enterarnos de que una joven abogada, acompañada de una joven hermana y de una pequeña sobrina, habían sido encontradas muertas dentro de su vehículo estacionado cerca de la zona universitaria de la UASD, sin ningún signo de violencia, y en aparente posición sugestiva de haberse quedado dormidas involuntariamente, en un hecho que ha conmovido a toda la sociedad dominicana, y donde los análisis realizados por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif )revelan que las tres jóvenes murieron intoxicadas por el monóxido de carbono (CO) emitido por el normal funcionamiento del motor del vehículo, gas que aparentemente entró al interior del auto cerrado, de manera accidental, por algún hueco inferior cercano al tubo de escape de los gases de combustión interna del motor, y aunque algunas personas han dudado del diagnóstico del INACIF, ese diagnóstico es válido desde el punto de vista químico y toxicológico.
Es conocido que todo motor de combustión que utiliza derivados del petróleo genera emisiones de monóxido de carbono (CO), dióxido de carbono (CO2), dióxido de azufre (SO2), óxidos nitrosos (NOx) y otros gases hidrocarbonados (HC), y que esos gases que salen libremente al aire a través del tubo de escape no producen efecto de toxicidad si se dispersan en el aire libre, pero que si se concentran en un pequeño espacio cerrado, donde no hay suficiente entrada de aire puro, como una habitación, una cisterna, un tanque, un auto, etc, el monóxido de carbono (CO) entra en gran cantidad al sistema respiratorio, de ahí pasa a la sangre donde reemplaza al oxígeno, y entonces se asocia con el hierro de los glóbulos rojos produciendo un invencible efecto de sueño que obliga a dormir inmediatamente y profundamente, por lo que si las personas que están en ese espacio cerrado, y cargado de monóxido de carbono, no reciben ayuda inmediata para abrir las puertas, y recibir aire puro, el resultado es morir durmiendo.
Son muchos los casos de personas que han muerto intoxicadas por el monóxido de carbono (CO) emitido al dejar un auto encendido en una marquesina cerrada, o cuando un auto queda varado en la nieve de invierno y la nieve acumulada bloquea la salida de gases y el monóxido de carbono entra al auto y envenena a sus ocupantes.
Conscientes de la alta toxicidad del monóxido de carbono (CO) emitido por los motores de combustión de nuestros autos, hace 3 décadas los fabricantes de autos comenzaron a colocar en el tubo de escape de gases un catalizador electrolítico, ubicado cerca del motor para aprovechar las temperaturas cercanas a 500°C con que salen esos gases desde el motor, de forma tal que puedan reaccionar con el platino, el paladio y el rodio del catalizador, donde cada molécula de monóxido de carbono (CO) se oxida y gana un átomo de oxígeno para convertirse en una molécula de dióxido de carbono (CO2), que no es tóxica, y cada molécula de óxido nitroso (NOx) se reduce, y al perder los átomos de oxígeno deja libre el nitrógeno que entra a formar parte del aire donde ocupa el 78% del volumen, mientras el hidrógeno y el oxígeno se asocian y salen por el tubo de escape en forma de agua (H2O) líquida.
Sin embargo, mecánicos dominicanos comenzaron a desmontar los catalizadores para vender el platino y el paladio a precios de US$1,000 por onza, pero luego de esta trágica intoxicación recién ocurrida en Santo Domingo ha quedado evidenciado que necesitamos una ley que obligue a que cada auto esté provisto de un catalizador electrolítico capaz de convertir el venenoso CO en CO2 y así proteger de manera urgente la vida de nuestra gente. l