Escolástico Brito es un no vidente. Cada día se enfrenta a la difícil situación de no saber si tendrá para comer o qué será de su futuro sin techo propio donde refugiarse.
El drama de su vida inicia temprano, con el cantar de los gallos, asegura. “Como no puedo ver la hora, mi despertador son los gallos, al cantar; yo sé que es tiempo de levantarme”, explica.
A la 6:00 de la mañana Escolástico ya está de pie, porque a pesar de su condición de ciego sale todos los días a vender mentol, aunque eso no le alcanza para mantenerse y sustentar su familia.
Escolástico reside en la calle I-26 de Enero, de El Tamarindo, Santo Domingo Este, junto a su esposa Natividad Lorenzo y dos de sus tres hijos (Pablo y Gabriel). Natividad ha sido un soporte para él, pero lo que ella gana, lavando ropa a terceros, tampoco es suficiente para cubrir los gastos propios del hogar, incluyendo el alquiler de la casa.
Además de sus luchas para poder mantenerse, tiene que afrontar los retos que implica para una persona vivir con ceguera. Uno de esos desafíos es salir y llegar a casa cada día sano y salvo, ya que el acceso a su vivienda se torna peligroso. Tiene que pasar un empinado camino y apoyarse de unas varillas que sobresalen de una casa a medio construir. También debe afrontar el peligro moverse solo en las calles, a merced de cualquier malhechor. “Antes se me dificultaba caminar y llegar a casa, porque tenía que caminar tanteando y esperar que mi vecino venga a buscarme, pero ya puedo llegar solo. Mi único temor es que algún delincuente en la calle se aproveche de mí y me robe lo poco que vendo en el día”, dice Escolástico, de 55 años.
Se mantiene optimista, pero en definitiva necesita una casa y espera por ayuda. Sus teléfonos son 849-657-2020 y 809-875-0852.