Han pasado cinco años desde que asesinaron a su hijo. Cinco años en los que fue sometida a decenas de audiencias y reconstrucción de un hecho que la marcó al igual que a la sociedad sin una sanción. Cinco años en lo que su familia se desgarró producto del dolor y tuvo que recomponerla con las pocas fuerzas que la acompañaban. Años de puro dolor y decepciones, pero también de una transformación en su vida.
Ella es Miguelina Jourdain, madre de Rafael Eduardo Jourdain, el niño que fue asesinado en abril de 2012 luego de ser secuestrado del patio de su residencia. Hoy su rostro muestra dolor, tristeza y resignación. No se siente conforme con la justicia dominicana, aunque dice que acepta su veredicto y solo espera por la justicia divina. Sus sentimientos encontrados son producto de que ninguna persona ha pagado por el asesinato del infante, quien acababa de cumplir cuatro años cuando fue raptado del patio de su casa y posteriormente hallado asfixiado. “El asesino de mi hijo está en las calles”, sentencia. Sus palabras son firmes y llenas de impotencia y de dolor.
Por el crimen no hay ningún condenado, aunque hubo un acusado, el cual fue descargado en dos ocasiones por el mismo tribunal, luego que la Corte de Apelación de la provincia Santo Domingo ordenara un nuevo juicio. Se trata del taxista Justo Félix Sandoval Acosta, quien fue imputado por las autoridades como responsable del hecho y quien era amigo de confianza de la familia. El Primer Tribunal Colegiado de la provincia Santo Domingo lo descargó las dos veces por la misma razón: insuficiencia de pruebas. La primera sentencia ocurrió el 17 de diciembre de 2013. La segunda fue el 30 de marzo de este año.
“Yo quisiera que se hiciera justicia para que casos así no sigan pasando”, expresa Miguelina mientras trata de no llorar, pero al final sus emociones pueden más y se le nublan los ojos por el llanto.
“Es frustrante, como todos saben al ser una mujer cristiana, lo único que me ha sostenido ha sido la confianza en el Señor y esperar la justicia de él, porque la justicia dominicana no funciona… no funciona porque, en nuestro caso al ser muy mediático, el sabor que me deja era que había que buscar un chivo expiatorio, ese chivo expiatorio fue el imputado y al final no había nada, nada”, adujo durante la entrevista.
De Sandoval Acosta, Miguelina expresa que no puede decir con certeza si éste es culpable o inocente y que lo único que sabe es que su hijo fue asesinado cuando apenas comenzaba a vivir y que no podrá verlo crecer. También sostiene que tiene la convicción de que su pequeño “fue llevado del lugar donde estaba por alguien de confianza”.
“Yo no te sabría decir si es inocente, pero con lo que llevaron allí, el “mega caso” que se presentó allí, que al final se dio en un día, tengo que estar de acuerdo con el segundo juez de que no había argumento para nada, de ningún tipo. Con esto no te puedo decir es inocente o es culpable, yo no sé, pero según lo que se llevó allí, no había argumentos que lo vincularan y hay que ser honestos y hay que ser justos, con lo que se llevó allí, ese mega caso creado, al final nada que ver, en lo absoluto, el asesino de mi hijo sigue en las calles”, plantea.
Señala que al primer juicio ella acudió sin conocimiento total de los hechos, “estaba como en un limbo, llena de un sufrimiento que no me dejaba pensar con claridad”. El segundo proceso, el cual se produjo producto de una apelación, dice que se estaba efectuando sin su presencia porque no la notificaron. Asegura que se enteró del mismo por el propio imputado y expresa no explicarse cómo es que la justicia argumentó que no podía localizarla.
“Yo entiendo que después que me decían que tenían un culpable, que sí, que ese era el “caso” y cuando llegamos allí te comento que me entero por el mismo imputado, o sea la persona interesada en que yo no aparezca es la que me dice “mira hay un segundo juicio que no ha concluido porque tú no aparece”, cómo que yo no aparezco?, no, tú no aparece, yo no sabía nada, a mí nadie me había notificado, la jueza se inhibió, el fiscal en un momento determinado se inhibió, o sea pasaron una serie de cosas después que nos hicieron apelar, que tú te quedas pensando….era para callar la prensa, era para callar a la sociedad, era para que existiera un limbo y fuéramos al olvido, pero como madre yo no voy a olvidar, como madre yo sigo esperando en Dios de que las cosas cambien y van a caminar”, dijo con firmeza.
Miguelina insiste en que no desea que otras familias vivan lo que le tocó a la suya y cuestiona que en el país se tomen 48 horas para empezar a buscar a una persona desaparecida y más si se trata de un niño. Dice que su hijo fue asesinado al otro día de ser raptado. “Fue solo un día, un día en el que se pueden hacer muchas cosas. Es terrible tener que esperar tanto” exclama.
Viviendo sin resentimiento
Miguelina, de 47 años y empleada de un departamento de finanzas de una empresa privada, trata de llevar una vida normal junto a sus dos hijas de 19 y 16 años.
Dice que su familia jamás ha vuelto a ser la misma, pero que siguen viviendo, acostumbradas al vacío que dejó la muerte de su hijo. Se mudaron del sector “para dejar atrás tanto dolor”.
Señala que ha encaminado su vida a una transformación donde no hay resentimiento y que, incluso, pide a Dios por la persona que mató a su hijo, “no por mí, sino por él mismo, pido a Dios que algún día se arrepienta y confiese su crimen”.
El niño fue raptado y asfixiado hace 5 años
Rafael Eduardo Jourdain fue reportado como desaparecido por su madre el sábado 14 de abril de 2012. El niño desapareció del patio del bloque de apartamentos en el sector Invivienda, en Santo Domingo Este, donde vivía. El martes 17 de ese mismo mes su cadáver fue hallado en la ribera del río Isabela, en el sector La Trinitaria, perteneciente al barrio Simón Bolívar. Estaba en estado de descomposición y tenía un paño dentro de su boca. De acuerdo al certificado médico, murió asfixiado, no fue abusado sexualmente y al momento de su hallazgo tenía 48 horas de muerto.