El periodista y escritor Miguel Guerrero dijo que la prensa dominicana ha eludido la irrenunciable tarea de fijar los límites de su responsabilidad y que ante ese vacío podría no estar lejos el día en que lo haga un gobierno.
“Cada día al escuchar la radio, ver programas de televisión y leer lo que se publica en algunos diarios, especialmente en periódicos digitales, uno se sorprende de que la impunidad que se reclama en el ámbito de la protección del patrimonio público no se dé por igual en la esfera del respeto a la dignidad de las personas y que el acceso a un medio sea el camino que muchos han tomado para dirimir diferencias en un plano que trasciende los límites del pudor y la decencia”, dijo.
Guerrero, quien es miembro de Número de la Academia Dominicana de la Historia, conductor de dos programas diarios de televisión y columnista también diario de El Caribe desde septiembre de 1978, dijo que en los últimos días se han visto muestras deplorables de esos excesos, especialmente en la televisión, en horarios de mucha audiencia y en los que se han visto celebridades enfrascadas en competencia de insultos, protagonizando incluso escenas muy lamentables de irrespeto a empleados de menor jerarquía por fallas técnicas ajenas a su control, como fue el caso esta semana en el más popular espacio noticioso nocturno.
Indicó que los propietarios, directores y editores parecen no percatarse del daño que esa extendida práctica le hace al periodismo y a sus propios medios, poniendo por delante de la reputación y la credibilidad “la supuesta necesidad” de preservar el liderazgo de audiencias para mejorar los ingresos por publicidad, a lo que contribuyen también los llamados estudios de “penetración e influencia” que norman las pautas de los anunciantes.
Guerrero expresó que si bien la asociación de periódicos escritos logró proteger a los medios y a sus editores de lo que llamaba “responsabilidad en cascada”, reduciendo el ámbito de responsabilidad de sus propios excesos a redactores y reporteros, esa supuesta “gran victoria de la libertad de prensa terminará sepultando la libertad de expresión, a menos que no se fijen reglas claras al trabajo en los medios, fijación que corresponde principalmente a la propia prensa, a fin de que no termine siendo la víctima de los errores en que incurre”.
Expresó que la vulgaridad está copando los espacios más populares en la radio e invadiendo paulatinamente la televisión, imponiendo pautas en la búsqueda del éxito.
Citó, por ejemplo, un caso en que un productor de televisión se quejaba ante un amigo publicista porque no le pautaba en su espacio de comentarios, a lo que este le respondió que estaba dispuesto a llenarlo de anuncios si usaba en vivo peluca, se pintaba los labios y llenaba su cabellera con rolos y pinchos, con lo cual dejaba claro los criterios de colocación de muchos anunciantes.
Guerrero dijo que al destacar la necesaria fijación de los límites de responsabilidad por la propia prensa, no se refería “de modo alguno a los llamados Códigos de Ética que muchas veces solo sirven para afianzar élites y clanes en el mundo de la comunicación y que los gobiernos de vocación autoritaria aprovechan para sacar de circulación todo asomo o vestigio de crítica a la autoridad pública”.
“Es lamentable que tantos jóvenes con talento para triunfar en el periodismo por su capacidad de trabajo y amor al oficio, terminen decidiéndose por el camino rápido de la vulgaridad y la falta de contenido para superar las penosas condiciones salariales que predominan en los medios, muchas veces porque su propio sentido de periodismo responsable le cierra puertas y solo les deja abierto el camino de rendirse a lo que la mediocridad ha sentado como pauta para el éxito”, dijo Guerrero, autor de catorce obras, la última de las cuales “Vivir en libertad”, es un compendio de sus más de 50 años de ejercicio periodístico.