Los nacionales haitianos en República Dominicana sienten miedo al salir a a las calles por temor a ser deportados
En medio de un clima de creciente incertidumbre, cientos de extranjeros haitianos ilegales en República Dominicana enfrentan una realidad diaria marcada por el temor a la deportación y la búsqueda de una vida mejor.
A pesar de sus contribuciones económicas, muchos se sienten atrapados entre la esperanza de un futuro mejor y el miedo a ser separados de sus familias.
Las autoridades dominicanas han intensificado las redadas y controles para deportar 10 mil haitianos por semana, lo que ha generado un ambiente de pánico en comunidades donde viven numerosos inmigrantes.
El Gobierno ha justificado estas acciones como parte de un esfuerzo por controlar la migración irregular y garantizar la seguridad nacional.
“Desde que me levanto es acechando para arriba y para abajo”, comenta Joshue, padre de dos hijos que ha vivido en el país durante más de 10 años. “Solo queremos trabajar y darles a nuestros hijos un futuro”.
Al igual que el joven de 30 años, decenas de ciudadanos haitianos que trabajan y viven en una comunidad llamada Pequeño Haití del Distrito Nacional, se mantienen trancados y en acecho ante la posible presencia de agentes de la Dirección General de Migración.
La sensación de inseguridad se extiende no sólo a quienes viven en la clandestinidad, sino también a sus familias, que se ven obligadas a vivir con el miedo constante de ser separados.
“A mí me han separado de mis hijos dos veces: Una vez trabajé construcción con un ingeniero, llevaba dos meses sin pagarnos y cuando le reclamamos nos llamó a Migración y nos despertaron. La otra vez, me detuvieron en la calle y a pesar de tener un carnet de trabajo (permiso) me llevaron”, narra Joshue.
Con el futuro incierto, muchos extranjeros ilegales se preguntan si algún día podrán vivir sin miedo. La esperanza persiste, pero el camino hacia la estabilidad sigue lleno de obstáculos.
Un nacional haitiano que conversó con un equipo de elCaribe, y que por temor no quiso revelar su nombre, expresa que a pesar de tener pasaporte y estar legal en la República Dominicana, cuando sale a las calles a vender aguacates en un triciclo, afirma que lo hace bajo mucha tensión porque no sabe cuándo será detenido o no.
“En días pasados me detuvieron y me llevaron para el cuartel de Villa Francisca, ahí duré cuatro días hasta que Migración llegara y me depurara. Eso es un abuso, cuando yo lo que estaba es en la calle trabajando de manera legal”, denuncia.
Deportaciones… pero sin maltrato
En medio de un aumento en las deportaciones, los haitianos han comenzado a abogar por un proceso que respete la dignidad de las personas afectadas. Si bien muchos apoyan la idea de deportaciones como parte de la regulación migratoria, el llamado es claro: estas deben llevarse a cabo sin maltrato ni abusos.
Las autoridades dominicanas han intensificado sus operaciones contra la migración irregular, justifican estas acciones como necesarias para la seguridad nacional. Sin embargo, las críticas se han centrado en las condiciones en las que se llevan a cabo las deportaciones.
“Yo no estoy quillao porque están deportando gente, es su país, y en todos lados existen leyes de emigrantes, pero si ya nos detienen no hay por qué darnos golpes”, reflexiona el joven Joshue.
Una señora haitiana identificada como Cristina, que llegó a la República Dominicana en el 1982, sostiene que aunque ella personalmente nunca ha tenido situación de discriminación, le duelen los maltratos que han denunciados sus compatriotas en las deportaciones.
“Lo que me duele es el maltrato, dándole golpes, cogiéndole los celulares, las mercancías, el dinero. Debemos entender que nosotros siempre vamos hacer vecinos y solo hay que pedirle Dios que nos bendiga a ambos”, dice.
Entre lágrimas, la señora mostró su orgullo de su origen, sin dejar de destacar que la República Dominicana le abrió la puerta donde procreó a su familia.
Resalta que aunque ella tiene cédula dominicana y ha sido bien tratada en la República Dominicana, “siempre seré orgullosamente haitiana”.
A pesar del profundo orgullo que los haitianos sienten por su patria, la severa crisis social, económica y de seguridad que atraviesa Haití ha llevado a miles de sus ciudadanos a buscar nuevas oportunidades en el extranjero. Esta difícil realidad ha hecho que muchos consideren la emigración como una alternativa para garantizar su seguridad.
La inestabilidad política, acompañada de un aumento en la violencia y la pobreza, ha desbordado los límites de la tolerancia para muchas familias
“Estoy loco por vivir en mi país. Allá no tengo que estar con esa incertidumbre, tener que estar pagándoles a policías, pero lamentablemente la situación de Haití no me lo permite”, dice Joshue.
Garantizará comida en centros de retenciones
El director de Comedores Económicos del Estado Dominicano (CEED), Edgar Augusto Féliz Méndez, anunció que garantizarán el desayuno, almuerzo y la cena a los inmigrantes que son retenidos para ser devueltos a su país de origen, en los Centros de Interdicción de Migración.
En una visita de coordinación que realizara Féliz Méndez al director general de Migración, Luis Rafael Lee Ballester, ambos funcionarios trataron sobre el tema como forma de seguir garantizando la dignidad y los derechos humanos de los repatriados.
También coincidieron en señalar el interés del presidente de la República, para que los extranjeros que son retenidos por su condición de ilegalidad en el país, reciban un trato digno y respetuoso.
“Haitianos y dominicanos conviven sin problema”
En medio de las deportaciones masivas de haitianos, muchos de ciudadanos de Haití han expresado su agradecimiento hacia la República Dominicana y a su entender aseguran que hay racismo en el país.
“Yo entiendo que RD ha sido más que bueno con Haití .El pueblo dominicano no es racista, aquí nosotros convivimos con dominicanos sin ningún problema. El fallo está en el sistema de repatriación”, Ángelo Gabriel descendiente haitiano.
El joven expresa que el gobierno debe enfocarse más en educar a los agentes migratorios para darle un trato más digno y humano a los haitianos durante el proceso de deportación.