El caso de José Alba retrata el problema de la inseguridad en Nueva York
Westchester County, NY.- Los bodegueros italianos ya la tenían difícil con iguales puertorriqueños, con las gangas de ambas nacionalidades. Es así como un grupo étnico con el paso de las décadas sustituye a otro.
En zona metro aunque dentro de Westchester County, la ciudad de New Rochelle, sus bodegas por más que muestren la bandera italiana, es solo fachada, ya que quedaron en manos de los mexicanos, solo unos pocos como la familia Bataglia se resistió a que la gentrificación los absorbiera. Su bodega sigue en pie vendiendo productos autóctonos, sus prosciuttos, pastas, salsas marinaras, quesos parmesanos, aceitunas y casi todo basado en la preparación hogareña (home made) pero sus empacadores y cocineros son mexicanos.
Estar de pie frente al cambio generacional y étnico representa para estos italianos tradicionales su gran desafío. El mismo que representa para los bodegueros dominicanos la seguridad en sus vecindarios donde existe muy poco o ninguna vigilancia policial.
A raíz de la muerte de un asaltante en manos de un empleado de una bodega en el Alto Manhattan, el jefe de la Asociación o Cámara de Comercio Latina (National Association of Latinos State Chambers of Commerce) Frank García, vaticinó a The New York Post que más crímenes violentos iban a suceder debido a la inseguridad reinante y a la falta de estadísticas por parte de la Policía (NYPD), para con ellas ayudar a prevenir el crimen.
Un vistazo al departamento de estadísticas del Departamento de la Policía de NY, podría darle la razón a García, ya que a pesar de que el cuadro estadístico presenta una disminución de un 23%, datos de otras fuentes de las estadísticas federales muestran lo contrario, en especial si se observa la notoriedad de estos crímenes y asaltos reflejados en los medios neoyorquinos. Lo cierto es que las estadísticas de la policía no concuerdan con otras fuentes, incluyendo las declaraciones del mismo alcalde de NYC, Eric Adams cuando alarmado por el incremento ha lanzado un plan para su disminución.
El bodeguero de origen dominicano José Alba actuó en defensa propia, pero se le impuso una multa de 250 mil dólares y el fiscal que la impuso es de origen afroamericano. El apoyo de la comunidad, de los medios principalmente los anglos y el Alcalde Adams y el esfuerzo de los bodegueros unidos en esa causa lograron que la multa fuera reducida hasta llegar el veredicto, donde no fue instruido de cargos, ya que las deliberaciones consideraron el inminente peligro que representaba para el bodeguero el asalto del joven afroamericano, y que por tanto, fue en defensa propia.
Es decir, a los bodegueros dominicanos les ha tocado lo peor en el desafío que representa trabajar o ser propietario de este tipo de establecimiento.
Desafíos que en el pasado fueron evidentes cuando en los vecindarios de NY, la droga era el pan de cada día convirtiendo a los bodegueros en blanco de la policía y de los mismos narcotraficantes.
Los bodegueros siempre están expuestos: tener productos sin precio, o hacer agiotismo en época de crisis, adulterar o duplicar los precios, les está permitido, o los inspectores se hacen de la vista gorda con comerciantes, malls y hasta bodegas propiedad de otros grupos étnicos, pero no a los bodegueros dominicanos.
El bodeguero aunque suele colocar sus letreritos en las puertas, en las paredes o el mostrador” “hoy no fío mañana tampoco” siempre tienen su gente a quienes le hacen concesiones con el llamado “fiao”. Ellos tienen, una especie de “ética” del fiao. Solo a gente seria.
Sin embargo, los bodegueros siempre se las arreglan para que dentro de su cultura existan productos dominicanos, realizan un tipo de tertulia política abierta sobre el acontecer político de aquí o de allá (RD). No hay fórum comunitario que le gane a las bodegas en tiempos de elecciones dominicanas.
Es la época en que ellos contribuyen con periodistas de su misma afiliación política o que simplemente apoyan a su candidato. Pagan algunas revistas para promocionar al candidato de su agrado
Varias décadas atrás los medios alternativos tenían en los bodegueros al más fiel anunciante, de hecho varias revistas de bodegueros eran dirigidas por periodistas dominicanos de cierta experiencia en RD y algunos que llegaron después tarde en el 2000, sin experiencia periodística profunda en la isla, fueron adoptados por bodegueros bien plantados en el negocio para que le realizara sus revistas, periódicos, una especie de relaciones públicas para los bodegueros.
Así se llegó a publicar la Revista El Bodeguero, dirigida por un poeta y narrador. Otra publicación fue la revista Retorno.
El bodeguero tradicional dominicano ha contribuido mucho con la industria editorial entre los dominicanos de NY. En ese mismo tono, existía el periódico El Taxista, que recogía elementos de la política pero también del negocio del taxi y las bodegas entre los dominicanos. Aunque hoy existe una versión de ese medio, el original mostraba mucha versatilidad.
En la actualidad la mayoría de los programas de la televisión por cable recae económicamente casi en su totalidad en los bodegueros del Alto Manhattan, de El Bronx y de otros condados.
En este tipo de establecimiento ya sea en Manhattan, White Plains, Connecticut, Territown, Maine, Rodhe Island o Massachusetts siempre tiene su pantalla o monitor gigante con los canales dominicanos, programas de “super Canal” y otros más.
Los bodegueros saben hacer buen uso de la sátira y cierto tipo de ironía para mostrar lo que saben de política, como aquel que en su negocio de la ciudad de White Plains, tenía un gato hermoso color orange. Era naranja intenso.
Se le escuchaba al bodeguero llamarlo “Ven, ven Trump, ven trumpito. Los clientes volvían a preguntar el nombre del animal. Y con sorna el bodeguero repetía -Se llama trump, le decimos Trumpito – El nombre y el color del gato eran una referencia al predecesor del hoy presidente Joe Biden.