San José de Ocoa amaneció expectante aquel 31 de agosto de 1979. Los lugareños ya sentían la fuerte brisa de la madrugada, pero no imaginaban la verdadera magnitud de lo que dejaría el ciclón David a su paso.

Luis Subero era tan solo un niño cuando escuchaba los comentarios de los adultos de la época, quienes según él, se mostraban optimistas de lo que David pudiera causar debido a las altas montañas de Ocoa que protegían la zona de ese tipo de fenómenos.

“Yo estaba ansioso de que llegara el ciclón, ignorante como era en ese entonces, del peligro que nos amenazaba”, contó Subero en un artículo de opinión para el portal “Ocoa en Red”

A las 11:00 de la mañana de aquel día, las ráfagas de más de 250 kilómetros por hora empezaron a arrancar árboles, despegar los techos de las casas y a barrer con todo a su paso.

“El aullido del viento era cada vez mayor y el ruido de las hojas de zinc desprendiéndose de los tejados de las casas, la madera crujiendo, unido a la oscuridad que se hizo presente hizo que el tiempo se detuviera o por lo menos así nos pareció, nunca unas cuantas horas duraron tanto!”, relata Subero.

Cuenta como el río Ocoa se desbordó desde lo alto de la cordillera y se convirtió en un brazo de mar que arrasó con todo.

Una reseña del periódico elPaís, de España, describe como una iglesia que albergaba a alrededor de 400 refugiados en San José de Ocoa fue borrada del mapa luego de que el río se desbordara.

“Al día siguiente me levanté bien temprano para ver una escena similar a la que debe dejar un bombardeo en una ciudad. Todo el esfuerzo, años y años de labor individual y colectivo destrozado en cuestión de unas horas. En todo el pueblo se escuchaba el sonido de los martillos clavando los techos de zinc, las personas entre incrédulas y desesperadas, buscaban, entre los escombros de las calles, algunas de sus pertenencias”, expone Subero.

A 44 años de la catástrofe

El huracán David es considerado uno de los fenómenos atmosféricos más devastadores que se hayan registrado en el país y su estela de destrucción todavía marca a miles de familias, a pesar de haber transcurrido 43 años de aquel 31 de agosto.

Con vientos de hasta 250 kilómetros por hora, David arrasó durante cuatro horas con todo a su paso y dejó un saldo de aproximadamente 2,000 muertos y daños en todo el país que costaron entre 600 y 1,000 millones de pesos.

De acuerdo a registros de la época, la mayoría de las avenidas y calles de la capital estaban obstruidas por la caída de árboles, postes de tendido eléctrico, rocas y destrozos de viviendas que fueron destruidas por los fuertes vientos.

David, catalogado como el más poderoso del siglo, logró destruir más del 70 por ciento del sistema eléctrico, el cual duró meses para ser restablecido totalmente.

Además, causó graves fisuras en varios acueductos del país incluyendo el de Santo Domingo; También provocó daños a la red telefónica y golpeó sin piedad a la economía del país en ese momento gobernado por el presidente Antonio Guzmán.

El potente huracán de categoría 5 en la escala Saffir –Simpson penetró al país entre las provincias de San Cristóbal y Peravia, estas dos junto al Distrito Nacional fueron las más afectadas por el paso de David.

Otras provincias que también fueron azotadas por el paso del fenómeno atmosférico fueron Monte Plata, San Pedro de Macorís, Azua, La Altagracia, La Romana y El Seibo.

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