Dice se ofusca el norte sobre los derechos de las mujeres y de las niñas
Aprincipios de diciembre, la Oficina de las Naciones Unidas, el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Embajada de los Estados Unidos y la Procuraduría General de la República Dominicana, sostuvieron “un encuentro para sensibilizar legisladores” respecto a modificaciones que, según estas entidades, deben ser incluidas “urgentemente” dentro de la Ley 137-03, sobre Tráfico Ilícito de Migrantes y Trata de Personas.
Organizaciones internacionales afirman que “están poniendo en mano de todos los gobiernos de la región de Latinoamérica” esta encomienda, pero cabe resaltar que el Congreso Dominicano no ha sido apoderado sobre el asunto. Si estas modificaciones son de carácter urgente, pero todavía no han ni entrado al Congreso, entonces ¿quién las redactó?
La presión para introducir políticas de identidad de género en la República Dominicana se ha intensificado durante estos últimos dos años. Hasta la fecha, organismos internacionales y sectores de la sociedad civil dominicana han intentado ocultarlas dentro del Anteproyecto de Ley de Igualdad y No Discriminación, dentro del Proyecto de Ley que crea el Sistema Integral para la Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia Contra las Mujeres, en el marco de “las políticas de género” del MINERD y ahora como una modificación a la Ley 137-03.
El patrón para intentar imponerlas es utilizar a las mujeres más vulnerables de la sociedad dominicana (y a la niñez), como escudo humano. Ante esta artimaña antidemocrática pregunto: ¿por qué no defender explícitamente sus posturas, en vez de esconderlas subrepticiamente dentro de otras iniciativas?
En este artículo dialogamos con la parlamentaria escocesa Joan McAlpine, periodista de profesión, quien durante su carrera ocupó puestos de directora, reportera y columnista en distintos medios de comunicación. McAlpine fue elegida como representante al Parlamento por el Partido Nacional Escocés (centro-izquierda) en el año 2011.
Raquel Rosario Sánchez: Estimada Joan, ¿cómo llega usted al debate sobre el sexo y las políticas de identidad de género?
Joan McAlpine: En el Parlamento Escocés, presido el Comité de Cultura, Turismo, Europa y Asuntos Exteriores. Nos asignaron analizar un proyecto de ley respecto al censo del año 2021. Durante el escrutinio de esta pieza legislativa, nos dimos cuenta de que entidades gubernamentales estaban utilizando conceptos como ‘sexo’, ‘género’ e ‘identidad de género’ en políticas públicas indiscriminadamente. De manera deshonesta, esta propuesta legislativa buscaba redefinir lo que era el sexo, y como comité la rechazamos, por lo que el gobierno desistió de ese intento.
Por primera vez, conseguimos que el conflicto sexo versus políticas de identidad de género se discutiera dentro del Parlamento, escuchando evidencia de todas las partes interesadas, incluyendo feministas anteriormente silenciadas.
Yo sabía que a muchas feministas las vilifican y hasta las agreden cuando intentan discutir este tema. Eventualmente, yo misma fui víctima de vejaciones cuando simplemente estaba haciendo mi trabajo, al permitir que ellas se expresaran libremente. El Parlamento debe ser un lugar seguro para discutir políticas públicas. Esas feministas no dijeron nada controversial. La biología no es intolerancia.
RRS: ¿Cómo describiría los derechos de la mujer en Escocia?
l JMA: El Gobierno escoces ha introducido diversas medidas para mejorar la vida de las mujeres. Por ejemplo, lideramos mundialmente con nuestra Ley contra la Violencia hacia la Mujer y un sinnúmero de iniciativas para reducir la pobreza que afecta desproporcionadamente a las mujeres. Pero en promedio, todavía nos pagan menos que a los hombres y la violencia machista es inaceptable (incluyendo la sexual, que va en aumento).
El debate sobre políticas de identidad de género evidenció que muchas entidades están ‘neutralizando’ las diferencias entre hombres y mujeres. Se está invisibilizando el sexo en políticas públicas. Los crímenes ahora se registran según la identidad que prefiera el perpetrador. Es decir, que crímenes cometidos por varones como la violación (que en Escocia solo tipifica cuando involucra un pene), están siendo registrados como que los cometieron mujeres. Por otro lado, la sociedad civil ha abolido los espacios para mujeres, como las casas de acogida y las salas de hospitales que legalmente deberían ser separadas por sexo. Gracias a las políticas de identidad de género ahora son mixtas.
RRS: La ironía es que son las organizaciones feministas las que están desmantelando los derechos de las mujeres en base al sexo. ¿A qué se debe esto?
JMA: A mí también me sorprendió ese aspecto. Durante los inicios de las organizaciones feministas en los años 1970 y 1980, eran autosuficientes y lideradas por voluntarias.
Actualmente, esas organizaciones locales dependen de financiamiento estatal o internacional, y este financiamiento es condicionado a que incorporen las políticas de identidad de género. Lamentablemente, las organizaciones feministas hoy son lideradas por profesionales de la sociedad civil, cuyas carreras varían según diferentes grupos lobistas nacionales e internacionales. Por ende, se ofusca el norte: los derechos de las mujeres y de las niñas.
RRS: ¿Qué quisiera compartir con nuestra lectoría respecto a los derechos de la mujer en base al sexo, contrario a los derechos basados en el ‘género’ o en la ‘identidad de género’?
JMA: Las mujeres son más vulnerables a la violencia, a la violación y al embarazo por parte de los hombres, quienes son físicamente más fuertes. Gestamos y tenemos responsabilidades de cuidado que afectan nuestros salarios. Esto se debe a nuestro sexo, no a como “nos identificamos”. Si ser mujer es una identidad, entonces estaría determinado por cosas triviales como el maquillaje, la vestimenta, los manerismos… Eso fortifica ideas sexistas sobre las mujeres, lo cual es reaccionario. Por lo tanto, las políticas de identidad de género representan un peligro para las mujeres y no deberían legislarse.
RRS: Usted sabía que el debate sobre las políticas de identidad de género es tóxico. ¿Qué la motivó a involucrarse?
JMA: La verdad es importante. Nadie me va a presionar para que yo diga algo que no es verdad. Para mí es importante que las políticas públicas se construyan de manera transparente. Pero las estructuras de poder detrás de las políticas de identidad de género son opacas y malsanas para el proceso democrático. Alcé mi voz porque eso es contrario a mis principios como parlamentaria y como periodista.