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Santo Domingo.– La despedida del diputado reformista Máximo Castro como legislador fue uno de los momentos más emotivos de las sesiones realizadas ayer en el Congreso Nacional, último día de la legislatura ordinaria.
Don Máximo, como le llaman sus colegas, es el congresista más longevo del país, con 38 años en la curul. Su tiempo y aporte como diputado ha hecho que los legisladores le llamen “el decano”.
El representante de la Circunscripción 1 de Santiago agotó un turno en la sesión, donde habló con palabras entrecortadas, por más de 20 minutos.
Dijo que presenció la gestión de los últimos 14 presidentes que pasaron por el ala congresual y fue amigo de todos.
El veterano subrayó que tiene 38 años consecutivos como legislador y en el mismo partido político, a pesar de las debilidades que ha tenido la organización. Recordó que no iba a aspirar como diputado, pero “circunstancias” le “obligaron” hacerlo.
“Si no digo esto, no soy yo: en verdad que me sentí desprotegido de nuestros aliados. No me protegieron. Y cometí un error. Ese error quizás fue el que me costó no tener el puesto. Siento que no tengo el cargo, pero me siento ser un diputado moral de la Circunscripción 1 de Santiago, porque los votantes míos no ven ni bolsillos ni cartera”, denunció al justificar su derrota en los pasados comicios.
Al mostrar una pequeña libreta tamaño 5×8, dijo que, en un libro de sus memorias que escribe hay una página pequeña en la que detallará las causas de su derrota; quiénes participaron; y cuáles fueron las tácticas que usaron para que él perdiera la curul. En su escrito enumerará a todos sus amigos.
“Reveló que aunque nunca amenazó a nadie, él y su familia sí lo fueron. “A mí me encomian a que abandonara a Santiago si quería estar vivo, porque había una banda de sicarios amenazándome, y a mi familia”, sostuvo.
Cuando concluyó su discurso, el reformista fue ovacionado y abrazado por los legisladores.