El descrédito de los grandes partidos y la inconformidad social,
sobre todo de la clase media, propicia una nueva izquierda
Pocas veces como hoy día la izquierda dominicana ha estado tan disminuida: escasa militancia orgánica, escasa influencia política y empantanada en un presente en el que aparentemente no alcanza a proyectar un futuro de éxito político.
Lejos están aquellos días en que el peso y la presencia de la izquierda se sentían en la vida académica, los liceos, los sindicatos, en el campo, en el arte, con incidencia en los medios y contribuyendo a definir el momento político.
Inspirada por la revolución bolchevique en Rusia en 1917, luego por la revolución china de 1949 con Mao Tse Tung a la cabeza, el ensayo albanés que dirigió Enver Hoxha, y ya más cercano la revolución cubana y el ejemplo del Che Guevara, la izquierda dominicana fue protagónica en la revolución de 1965 y su accionar contribuyó significativamente a la salida del poder de Joaquín Balaguer en 1978.
El declive de la izquierda dominicana comienza a concretizarse en el marco de la poblada de abril de 1984, escenario en que agrupaciones se unen en torno al Frente de Izquierda Dominicano (FID) y decretan “la revolución inminente”, pero las contradicciones ideológicas, y en ocasiones personales, entre los altos dirigentes terminaron dando al traste con dicho esfuerzo.
Desde entonces la izquierda solo ha experimentado fracasos y desmembramientos, hasta casi quedar extinta.
¿Qué es la izquierda?
La izquierda se define como aquellas posiciones políticas que tienen como punto central la defensa de la igualdad social, diferenciándose de la derecha en el hecho de que ésta considera las diferencias sociales como algo inevitable, normal o natural.
A nivel global la izquierda política se divide en ramas ideológicas que se pueden agrupar en la izquierda democrática-reformista y la izquierda revolucionaria.
En República Dominicana la rama dominante ha sido la izquierda revolucionaria, anticapitalista, y que se opone a la democracia liberal como instrumento de cambio político dentro del sistema capitalista.
Su base fundamental de crecimiento ha sido el gran desequilibrio y desigualdad causados por el capitalismo y en las últimas décadas por el neoliberalismo.
Esas desigualdades propiciaron que en los años 60 y 70 surgieran en Latinoamérica y el Caribe un gran número importante de grupos insurgentes y de guerrillas izquierdistas, cuyos últimos exponentes activos han renunciado a las armas o están negociando hacerlo, como son las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), también colombiano.
Socialismo del siglo 21
La izquierda dominicana pareció que tomaría un respiro cuando en América Latina surgen gobiernos como el del coronel Hugo Chávez, que proclama en Venezuela el Socialismo del Siglo 21; Rafael Correa, que impulsa en Ecuador la Revolución Ciudadana; Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner con un nuevo peronismo, en Argentina; Evo Morales y el movimiento indiginista en Bolivia; Luiz Inácio da Silva, en Brasil, con el Partido de los Trabajadores, y José Mujica, en Uruguay.
Sin embargo, no fue así. Lejos de fortalecer a los grupos de la izquierda revolucionaria de América Latina, los dirigentes del Socialismo del Siglo 21 optaron por priorizar alianzas con los gobiernos de la región, en un intento de ganar respaldo internacional, por un lado, y por el otro como forma de atracción para la conformación de bloques políticos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y el fortalecimiento de entidades como el Mercosur.
A esto se le suma el hecho de que la izquierda no pudo presentar un proyecto político ni de nación que fuera confiable a los gobiernos de izquierda que dominaban en América Latina, a la vez que su participación electoral era prácticamente insignificante. Y para desgracia, tras la muerte de Hugo Chávez y el caos de Venezuela bajo el chavismo de Nicolás Maduro; los escándalos de corrupción en que se ha visto envuelto Lula da Silva en Brasil, y el descrédito de los Kirchner en Argentina, el horizonte parece achicársele a la izquierda local.
Reinventar la izquierda
Como pensamiento ideológico y fuerza política la izquierda siempre tendrá espacio para resurgir, sobre todo mientras existan desigualdades sociales, saqueo del erario y mala administración del Estado y los bienes públicos.
Esto pasa no solo por un cambio del discurso, sino de renfocar la perspectiva y definir los objetivos, ya que es el mismo capitalismo quien ha ido haciendo posible conquistas puntuales de la clase trabajadora: que se le reconozca su papel en la generación de riquezas, seguridad social, mejores salarios, posibilidades de progreso personal y otros beneficios marginales ni siquiera previsto por Carlos Marx y Federico Engels cuando plantearon la necesidad de crear un Estado dirigido por la clase obrera.
Con la irrupción en el escenario de Marcha Verde y la evidente falta de respuesta del oficialismo peledeísta a sus demandas, así como el desconcierto de los partidos de oposición que carecen de propuestas y rehúsan ceder espacios, quienes se dicen de izquierda tienen la posibilidad de hacer una correcta interpretación de las perspectivas del movimiento y darle contenido político sobre la base de un cambio que redefina la República.
La izquierda dominicana debe volver a sus pasos
La izquierda dominicana debe volver sobre sus pasos e impulsar los movimientos sociales, que por su propia naturaleza enarbolan cambios en la organización política, económica y social del Estado. Entre esos movimientos están los ecologistas, la antiglobalización, el laicismo, el feminismo, los LGTB, el sindicalismo, entre otros. También está llamada a buscar alianza con las corrientes que dentro de las religiones trabajan por el cambio social, sobre todo dentro de la Iglesia católica.