“Así como hace daño el hablar mal en ausencia de los mayores a la gente menuda, así puede hacer provecho hablar de las malas costumbres a las mismas personas que pueden remediarlas”,
San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas).”
“Resulta muy interesante que en la sociedad global y dominicana se siente un interés por la educación; y curiosamente, los resultados son inferiores a los esperados”. En estos términos se expresa el sacerdote Antonio Lluberes, S.J., quien concluye que “desde la Cumbre de Jomtien (Declaración Mundial sobre Educación para Todos, Tailandia, 1990), se han repetido reuniones y se han invertido capitales”, sin resultados mayores.
Algunas iniciativas…
El exdirector nacional del Movimiento de Educación Popular Fe y Alegría considera que “nosotros dimos el primer paso de mejora con el Plan Decenal de Educación (1992-2002), y posteriormente con la Ley de Educación de 1997. Hasta la empresa privada se ha movido a participar, a través del grupo Educa (Acción Empresarial por la Educación, 1989)”, y que al parecer, todos estos intentos no han resultado suficientes para el mejoramiento del sistema educativo nacional.
En cuanto a impulsos por la educación dominicana, Lluberes señala que “el más significativo fue el plan de lucha por el 4%, que asumiera el presidente Danilo Medina en el 2012”.
Manejo empresarial de la educación…
Entre los diversos motivos por lo que la educación en el país se encuentra aletargada o rezagada, sin avances, el padre Antonio Lluberes cree que “una razón del pobre resultado es el manejo empresarial del tema. Quiero decir que una cosa es producir mangos o zapatos, y otra aumentar la nota media de Matemáticas de un país”.
Hay una falta de seguimiento…
Agrega que “nosotros hemos podido cumplir con la meta de construcción de aulas; no así con la integración de los padres a la escuela, la dedicación del maestro al alumno, y la disciplina del alumno en el aula: Los tres elementos claves de la educación”.
El sacerdote jesuita, con una amplia experiencia en el campo de la educación, considera que “aunque para redactar todos los documentos para la reforma educativa se ha hecho uso de la participación y consulta de los actores, no se ha gestado un grupo de apoyo, que sostenga los planes de manera permanente, lo que decimos popularmente ‘un doliente’ por la educación”.
Sobre la labor magisterial…
Lluberes lamenta que la Asociación Dominicana de Profesores, ADP, se ha limitado a actuar más como gremio de reivindicaciones de sus afiliados, y no como compromisaria de la participación de los padres y del comportamiento de los alumnos.
“Yo creo que la labor principal del maestro es querer, amar, comprometerse por la educación del hijo del otro. Eso es muy superior a hacer cursos y sacar títulos, es algo humano, religioso, místico”, destaca el miembro de la Compañía de Jesús, apoyándose en el concepto sobre la educación que señala el ilustre maestro Eugenio María de Hostos, en su obra “Moral Social”, donde indica que el magisterio es una profesión espiritual.
Politización en la educación…
Sigue declarando el padre Lluberes que en nuestro país, un problema muy grave es la politización en los proyectos educativos del Estado. “No pasa desapercibido que hemos tenido cuatro ministros de Educación en este momento tan esperanzado del 4%. También se tiene que tener presente que en las últimas elecciones de la ADP salió vencedora la plancha apoyada por los grupos de oposición al Gobierno”.
Problematizar la educación…
Finalmente, el padre Ton Lluberes –como es conocido por muchos- puntualiza que “hay una incapacidad de gestionar, de problematizar todo lo que toca la educación: los concursos para directores y maestros, las reformas del currículo, la educación en competencias, la jornada extendida, la enseñanza de la Biblia, el tema género…”
Concluye Lluberes que todos estos conflictos, controversias, “retrasan los procesos y crean desconfianza” en la sociedad hacia los actores que deben velar por el mejoramiento de la educación en la República Dominicana.
Y al final, nos preguntamos… ¿Hacia dónde vamos? l Leonardo Martínez