La mayor preocupación de sus autoridades es el rechazo social que sufren los menores cuando tienen que dejar el lugar
Abandono y una condición de salud especial es el caso de los niños de la Casa Rosada, el único hogar que acoge niños que viven con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH-Sida) en el país.
Está ubicado en un sencillo edificio de tres niveles en la calle Isabel Agüero “Loly”, en el sector de Los Tres Brazos, en Santo Domingo Este. La limpieza y organización priman en el lugar a pesar de las precariedades económicas con que trabajan. Ahí conviven 21 niños con edades de entre 0 a 16 años, con la excepción del caso de una joven de 26 años que, además de tener esa enfermedad infectocontagiosa, es minusválida.
Por su condición de salud, sus familiares no han querido llevársela del centro y la han rechazado, “y como ves no podemos negarle la atención, ni echarla a la calle”, dijo sor Betania Muñoz, encargada del centro.
Así como esta joven, existe otro caso de una niña de un año y seis meses, que fue llevada a este centro con una desnutrición severa que le impedía desarrollarse. Gracias a los cuidados de las monjas y el cuerpo de voluntarios del lugar, la chiquilla ya puede caminar y desarrollar su vida cotidiana de manera normal.
Es que el amor al prójimo en medio de tantas adversidades mueve a las religiosas católicas de la congregación “Hijas de la Caridad” y voluntarias a atender a los 21 niños y adolescentes de ambos sexos que están afectados del VIH que viven en el lugar.
Los niños y adolescentes de este hogar son en su mayoría huérfanos o abandonados por sus familiares. También hay de nacionalidad extranjera. Llegan aquí a través del Consejo Nacional de la Niñez (Conani).
La Casa Rosada se maneja a través de una asignación del Gobierno, con donaciones y colaboraciones nacionales e internacionales. Pero el dinero es poco y tienen que hacer malabares para subsistir. Del Estado reciben 1 millón 500 mil pesos al año. Los demás recursos provienen de personas que se identifican con la causa y se les denomina “padrinos” porque suelen apadrinar a un niño en particular. Asimismo, los ministerios de Educación y Salud Pública pagan el salario de una parte de las maestras y las enfermeras, que son 10 en total.
En esta estancia los niños reciben aparte de amor y dedicación, todo el cuidado que pueden necesitar. Desde consultas médicas, educación, orientación hasta atención odontológica.
Para la parte educativa, una persona experta en el método Montessori, que es la estimulación temprana, alfabetiza a los infantes del recinto. Para ello, han habilitado un curso de nivel inicial, en donde los pequeños aprenden a desarrollar sus habilidades. Luego de agotar ese proceso, a los cinco años, se les integra en las escuelas de la barriada, donde se trata de que hagan su vida con normalidad.
La Casa Rosada funciona con tres pabellones, divididos en pediatría, que es donde están niños y niñas cuyas edades oscilan entre 0 a 4 años; el de las niñas y el de los varones. Las autoridades y personal que labora aquí trata de garantizar a estos pequeños todo el apoyo y afecto que sus familiares le han negado. El área de las habitaciones está decorada con colores alegóricos al sexo: rosa y azul. El jardín está bien cuidado, al igual que los juegos que los niños utilizan. Lo mismo pasa con la modesta biblioteca y el aula donde se imparte la docencia.
En el patio se observa un área de juego, dotado de columpios, y deslizaderas. Caminando hacia el extremo izquierdo de la casa, se encuentra la biblioteca y la cocina, ambas modestamente equipadas.
En las paredes de los pasillos se pueden observar cuadros de pinturas realizadas por los jóvenes en sus actividades de arte.
Casos especiales
En la Casa Rosada existen casos complejos, como el de dos jovencitos de 16 años que no tienen donde ir y que no fueron adoptados. También está la joven de 26, cuya familia no ha querido recibirla por su condición.
Estos adolescentes, al llegar a esta etapa, tienen que ser reinsertados en la sociedad, pero se encuentran con el rechazo de la misma. Antes de hacer ese cambio se trabaja con la familia, si es que tienen, para evitar la discriminación, labor calificada por sor Betania como “un trabajo largo”.
“Se hace una labor con el equipo social identificando la familia que tiene, cuando se logra identificar a alguien, el abuelo, el tío o quien sea, se trata de hacer un acercamiento con esos familiares, por el tema de la discriminación”, detalla.
La religiosa expresa que las familias de los pequeños que están en el lugar en su mayoría son de extrema pobreza, y se hace un trabajo para ver si es posible insertar el niño o la niña. “En algunos de los casos no ha sido posible, por el tema del rechazo, por la parte económica, porque el niño o la niña va estar en mayor riesgo con ese pariente que con nosotros”, indica con resignación.
Rechazo social
Explica que por lo general cuando los niños llegan a la adolescencia ya no quieren permanecer allá, debido a que quieren ser como los adolescentes normales y procuran que no los identifiquen ni señalen como una persona que vive en una institución como esta.
La encargada de la Casa Rosada dice que eso es normal, pero que ahí comienza el sufrimiento de esos jóvenes y de ellas como institución, porque no cuentan con los medios para continuar albergándolos.
Y es que pese a todo este esfuerzo no hay una institución que los acoja luego de que ellos cumplen su etapa en el lugar, la cual es hasta los 14 años.
Esta institución trabaja el día a día con los niños, les paga un curso, se les paga un chofer para transportarlos, “se invierte dinero en ellos para prepararlos, entonces luego cuando llega la hora de ellos estar en el campo laboral les dicen que no, simplemente porque les hacen una prueba y son VIH+”, lamenta Yohaira Fermín, asistente de la Casa Rosada.
Para ella la sociedad dominicana es totalmente discriminatoria y plantea que hay que trabajar fuerte con eso, para que estos jóvenes no sean discriminados por su condición.
Yohaira Fermín
Se invierte dinero en ellos para prepararlos, entonces cuando llega la hora de que entren al campo laboral les dicen que no, simplemente porque les hacen una prueba y son VIH positivo”.