Según las estadísticas de la entidad que dirige Berlinesa Franco, hasta agosto más de 142 mil niños se benefiaron

Viste un poloshirt de color azul, jeans y tenis. Sujeta un paraguas para cubrirse del sol o de la lluvia que se ha vuelto habitual en los días que corren.

Eduardo González se abre paso entre los accidentados callejones, próximos a la cañada que atraviesa el sector Los Ríos, en el Distrito Nacional, para encontrarse con la pequeña Ashley y su madre Germania, quienes aguardan por su acostumbrada visita desde hace casi tres años, desde que la niña tenía apenas seis meses de nacida.

Eduardo es uno de los diez animadores del Programa de Base Familiar y Comunitaria que desarrolla el Centro de Atención a la Infancia y la Familia (CAFI) San José Río Grande, como parte de la red de servicios del Instituto Nacional de Atención a la Primera Infancia (Inaipi) que en ese sector atiende a 326 niños de 320 familias en condiciones de vulnerabilidad que no han podido ingresar a la estancia infantil.

Después de preguntarle sobre el estado de la niña, Eduardo procede a preguntar a la madre todo lo que conoce sobre la leptospirosis, una enfermedad que podría convertirse en una amenaza para la salud de ella y su familia, dada la proximidad de su humilde vivienda con la peligrosa cañada que periódicamente provoca inundaciones.

-“Yo he oído que eso lo transmiten los ratones”. Eduardo asiente y procede a entregarle un brochure y a explicar con más detalle que esta patología se contagia principalmente por el contacto con orina de animales contaminados como gatos, perros, hurones y cómo prevenir la enfermedad que en lo que va de año ha provocado 40 muertes según el más reciente boletín del Ministerio de Salud Pública.

Además de proveer pautas para la prevención de enfermedades transmitidas por vectores y otras infecto contagiosas, los animadores se aseguran de que los niños en edad escolar asisten a la escuela y ofrecen a las 32 familias que cada uno tiene a su cargo, técnicas de nutrición adecuada, prevención en salud y buenas prácticas de crianza a través de talleres de formación que les ayudan a desaprender patrones inadecuados.

El Cafi como tal, también da seguimiento al esquema de vacunas y apoya en el proceso de afiliación al seguro médico del Seguro Nacional de Salud (Senasa), así como en la gestión de registros de nacimiento. Según la coordinadora de animadores, Esmeralda de la Cruz, ahora mismo están gestionando cinco actas de nacimiento.

Formación y prevención

La madre de Ashley explica que Eduardo le ha enseñado medidas preventivas sobre el dengue, el cuidado del agua, la limpieza del hogar y la cocción de los alimentos para preservar la salud de la menor que suele sufrir congestión de las vías respiratorias. “Él también nos ha enseñado otras técnicas de juego para evitar que ella esté pegada del celular porque ella era enferma con la tecnología”, dice.

Después de repasar el tema del día, el joven le asigna algunas tareas que revisará dentro de quince días cuando vuelva a visitarle. Luego se dirige al local con el resto de sus compañeros para reportar a su supervisora todo lo que anotó en una especie de diario de visita donde registra los avances de la niña, así como los aspectos a mejorar que ayudarán a actualizar el expediente de la menor.

Cada cierto tiempo, las familias también reciben la visita de un equipo multidisciplinario compuesto por médicos, psicólogos, trabajadores sociales y una coordinadora educativa.

En dicho local, próximo a la avenida Circunvalación de Los Ríos, se preparan para próximamente ofrecer un servicio de estimulación temprana y de educación inicial dos veces por semana para complementar lo que se enseña en los hogares.
Pero no todo es color de rosa. La coordinadora del centro, Ysabel Uceta cuenta que muchas veces los animadores presencian situaciones de abuso que les obligan a activar el sistema de alerta cuando los padres no obtemperan a las orientaciones de los consejeros. Uno de esos casos los vivió de cerca Awilda Hernández cuando al realizar su acostumbrada visita, encontró a un menor en un patio, amarrado con un paño a una silla bajo el sol.

Animadores son vistos con simpatía por niños

Los animadores también guardan anécdotas que les hacen sonreír, ya que son vistos por los niños como tíos, profesores y hasta como padres y madres.

“Recuerdo que un día que llevé un libro de cuentos y les hablé a un grupito sobre la importancia de la higiene bucal y cuando pasó el tiempo me encontré con uno de ellos y me recordó todo lo que había aprendido”, narra Hernández. Según Yalin Manuel Peña, dentro de los diplomados que han realizado como parte del proceso de formación continua también han aprendido cómo conectar con los infantes. “Aquí aprendemos a cantar, a bailar, a acompañar en situaciones de duelo. También le orientamos en nutrición, le decimos que una libra de papa y un huevo es un mejor desayuno que una empanada y un refresco”.

Niños viven en situación vulnerable.

Integralidad
Los CAFI están conectados en red para la garantía de otros servicios públicos, como hospitales, UNAP y programas sociales.

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