Firmas de adolescentes en el beisbol: un sistema sin ley

Ismael Ureña Pérez es la víctima más actual del desordenado ambiente de las firmas de adolescentes para el béisbol profesional

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El sueño de llegar a las Grandes Ligas resultó el camino hacia la muerte de varios prospectos en los últimos 20 años, principalmente debido al uso de sustancias para mejorar el rendimiento. Un joven de Santiago, pero que entrenaba en San Luis, es la víctima mortal más reciente.

Ismael Ureña Pérez es la víctima más actual del desordenado ambiente de las firmas de adolescentes para el béisbol profesional. Se trata de un sistema sin ley en el que prima la búsqueda del dinero sin medir consecuencias.

El interés desmedido de los cazatalentos de las organizaciones de Grandes Ligas por niños de 13 años y a veces de menos de edad, provoca la necesidad de preparar a los imberbes para impresionar a más de tres años de considerarse elegibles para firmas.

Odiosos e incontrolables preacuerdos, compromisos de palabras que tienen tal poder que sirven de garantía para préstamos de hasta centenas de miles de dólares, son el detonante del uso de sustancias prohibidas y las alteraciones de edad.

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La víctima más reciente

En ese caldo de cultivo, el sueño de llegar a Grandes Ligas se cobró en Ismael Ureña otra víctima mortal.

El joven pelotero murió tras admitir a su familia que le inyectaron una sustancia de uso veterinario, presuntamente Bodedone -también conocida como “caballín”- en la pensión de la Yordy Cabrera, ex jugador y director de la academia, su entrenador y guía, en la búsqueda de una firma para la pelota pagada. Ureña falleció en octubre de este año. El problema es que no parece ser el único, de hecho, sus otros dos hermanos también están teniendo fuertes problemas de salud.

El “caballín”, sustancia mortal

El Bodedone, conocido como caballín en la subcultura beisbolera, es un esteroide que se utiliza tanto para caballos, pero hay una versión dirigida a humanos. Es la sustancia que ha ocasionado suspensiones en la MLB a peloteros como Jenrry Mejía, Abraham Almonte, Jorge Bonifacio, Francis Marte y Noelvi Marte.

El drama que vive la familia Ureña Pérez es solo un ejemplo de los problemas que derivan de los acuerdos a temprana edad que afectan a los niños peloteros del país desde los 10 años. Muchos son comprados a sus ligas o a sus propios padres por programas especializados para buscar firmas.

La muerte por una firma

“Estoy aquí porque quiero justicia, porque me mataron mi hijo y yo quiero justicia por mi hijo”, se ve decir con la voz entrecortada a Inoel Ureña en un video en TikTok subido en la cuenta de Russel Aracena, abogado de la parte acusatoria. “Porque me le estaban inyectando cosas que yo no le he dado orden que me le inyecten a mi hijo y por eso yo quiero justicia”.

La Fundación Familia Sin Violencia (Funfasinvi) y los padres del joven fallecido, Inoel Ureña e Iris Pérez presentaron una querella contra Cabrera. Se cree que no es el único caso de dopaje en un niño dentro de los que dirige; por lo que se está empezando a investigar la situación. La querella busca que se le conozca medida de coerción y se le imponga prisión preventiva a Cabrera, de 34 años, quien luego de jugar sus primeras cinco temporadas como infielder (2010-2013), se convirtió en lanzador y trabajó por última vez en la temporada 2022-2023 para los Gigantes del Cibao.

Acusan al expelotero de violar los artículos 295, 302, 303 del Código Penal Dominicano, además de la Ley de Salud (42-01), que trata sobre los productos farmacéuticos. También los artículos 397 y 412 del Código para Protección de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, además de la Ley 50-88 sobre Drogas y Sustancias Controladas.

Entrenador acusado jugó con tres equipos de Lidom

Yordy Cabrera, el entrenador acusado de presuntamente inyectar a pelotero con medicamento veterinario y causarle la muerte, fue un pelotero profesional con recorrido aunque no llegó a las Grandes Ligas y su experiencia incluyó a tres equipos de la Liga Dominicana de Béisbol (LIDOM).

Cabrera fue un pelotero profesional durante 13 años y aunque no tomó el café de las Grandes Ligas, anduvo casi todos los niveles del béisbol organizado. En el país participó con Águilas Cibaeñas, Leones del Escogido y Gigantes del Cibao, según el sitio especializado en estadísticas Baseball Reference.

Cabrera nació en Santo Domingo el 3 de septiembre de 1990, pero llegó a la pelota profesional tras estudiar en la high School Lakeland HS. Desde ese centro de bachillerato fue drafteado por los Atléticos de Oakland, ya con 20 años, en la segunda ronda del sorteo 2010. Un torpedero que bateaba y tiraba a la derecha cuando entró a la pelota rentada, en 2015 hizo la transición a lanzador.

Tras terminar su carrera, se dedicó al entrenamiento de prospectos en la comunidad de San Luis, en Santo Domingo Este.

Algunos entrenadores consultados, definieron a Cabrera como un buen conocedor del negocio.

Pero no sería la primera vez que las mieles del dinero tentaran a un entrenador en la industria sin chimeneas en la que los 30 equipos de las Grandes Ligas gastaron 89 millones de dólares, solo en prospectos dominicanos, durante el 2023.

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