Las comunidades de Las Tunas y Las Dos Bocas ahora cuentan con viviendas dignas, agua potable y fuentes renovables de energía eléctrica

El Seibo.- Entre ríos y plantaciones de caña de azúcar se extienden las comunidades de Las Tunas y Las Dos Bocas, en la provincia de El Seibo, con un motor de desarrollo principal: su gente.

“Somos una comunidad bien unida. Lo que nos ponemos a hacer, eso logramos”, afirma Junior de la Cruz, mejor conocido como Johnny, quien se desempeña como encargado del acueducto múltiple local. Con una sonrisa y un espíritu inquebrantable, recuerda cómo se organizaron en brigadas para construir el sistema de agua. “Hombres, mujeres, niños y niñas, todos y todas colaboramos. Para enterrar la tubería hoyábamos con buey y a mano”, relata.

Atrás quedaron los días de cargar agua a hombro o en burro desde los ríos Anamá y Soco. Rosy Leonardo, residente de la comunidad, celebra el cambio: “Antes pagaba 500 pesos semanales para que me trajeran agua porque no tenía burro”. Tanto ella como Johnny coinciden en que ahora el presupuesto familiar rinde más.

Para Santa Mercedes –doña Pura–, de 82 años, el agua siempre fue un desafío, aunque tuviera burros para buscarla. “Iba al río a buscar agua, y los burros me tumbaban”, dice. Entre sus miles de recuerdos, destaca aquel día en que recibió agua en su casa por primera vez. “¡Viva Dios, nos trajeron el agua a la casa!”, gritó emocionada.

Gracias a la organización comunitaria y alianzas estratégicas, se instaló un sistema de bombeo, tanques de almacenamiento de más de 20 mil galones y una red de tuberías de más de 15 mil metros, que abastece a 93 viviendas, y que además se está extendiendo hacia El Cerrito, lo que beneficia a otros 110 hogares.

Estos cambios se materializaron a través de la iniciativa “Mejor Vida para El Seibo”, que incluyó la instalación del acueducto, mejores viviendas y acceso a energía eléctrica (paneles solares), contó con una inversión de RD$115 millones.

El proyecto fue posible gracias a una alianza entre el Programa de Pequeños Subsidios (PPS) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), el Banco BHD, Guakia Ambiente, la Empresa de Generación Hidroeléctrica Dominicana (Egehid), Global Giving, Oblicuo: Arquitectura Integral, The Center for Disaster Philanthropy, la Asociación para el Desarrollo Comunitario de Anamá (Asodecoa) y la Alcaldía de Santa Cruz de El Seibo.

En las comunidades coinciden en que estas mejoras han transformado la calidad de vida de las familias y, además, han fortalecido su organización comunitaria.

Esto se debe a que incluyó un componente de fortalecimiento organizacional, que culminó con la constitución de la Asociación para el Desarrollo Comunitario de Anamá, la cual garantizará la sostenibilidad de los logros alcanzados.

Retos superados y avances tangibles

“Yo no trabajo para mí en particular, sino para toda una comunidad”, dice con orgullo Jorge Luis Leonardo Guerrero, presidente de Asodecoa.

En 2018, antes del proceso de acompañamiento, estas comunidades enfrentaban carencias críticas en servicios básicos: no tenían acceso a agua potable, ni en las viviendas ni en llaves públicas; ninguna casa contaba con energía eléctrica; más del 80% carecía de letrinas o servicios sanitarios; y el 70% estaba construido con materiales frágiles, como pisos de tierra y paredes de zinc.

La situación se agravó en 2022 con el paso del huracán Fiona, que dejó más del 80% de las viviendas aún más deterioradas.

Con el apoyo del Banco BHD, se diseñó y ejecutó un modelo de vivienda unifamiliar adaptado al entorno rural, resiliente y preparado para resistir fenómenos atmosféricos extremos. Gracias a este esfuerzo, se construyeron y fueron reacondicionadas 75 viviendas, con la participación de la comunidad, que aportó toda la mano de obra no especializada. Este proceso no solo fortaleció el sentido de pertenencia, sino que permitió a muchos adquirir nuevos oficios.

Desde la galería de su vivienda remodelada, doña Pura recuerda su infancia en “ranchitos” de yagua y palos. Hoy, su esperanza de envejecer en un hogar digno es una realidad. “Para mí, ya en lo que me quede de vida, si llego a 100 años, no voy a sufrir más. No sufro de goteras, estoy bien”, asegura.

Como parte del proceso de mejora de las condiciones de vida, también se instalaron paneles solares. Para hacer esto posible, cada hogar beneficiario aportó el 25% del costo total del sistema, lo abonó a plazos a una cuenta manejada por la asociación comunitaria. En total, 65 hogares se benefician de esta fuente de energía limpia y renovable.

Según el último Censo Nacional de Población y Vivienda levantado por la ONE, casi 20 mil hogares a nivel nacional aún utilizan lámparas de gas propano o kerosene como principal tipo de alumbrado, lo que representa una oportunidad para escalar el modelo desarrollado por estas comunidades.

Recientemente, una delegación integrada por Evelio Paredes, director de Gabinete del Ministerio de Vivienda y Edificaciones (Mived); Ana María Díaz, representante residente del PNUD; Jalinton Reyes, Sonia Perozo y Teudy Reynoso, en representación de la empresa Egehid; Leo Francis Zorrilla Ramos, alcalde de Santa Cruz de El Seibo; Michela Izzo, directora ejecutiva de Guakia Ambiente; Alberto Sánchez, Coordinador Nacional del Programa de Pequeños Subsidios (PPS-PNUD-FMAM); y Alejandro Frías y Carlos Alberto, representantes de la empresa Oblicuo, recorrió las comunidades de Las Tunas y Dos Bocas para ser testigos de que, cuando una comunidad se empodera y trabaja unida, puede convertirse en la protagonista de su propio desarrollo.

Programa beneficia a más de 100 mil personas

El Programa de Pequeños Subsidios (PPS) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial ha respaldado más de 500 iniciativas en alrededor de 400 comunidades en todo el país, que benefician a más de 100,000 personas en áreas remotas. Estos proyectos abarcan diversas áreas como energía renovable, seguridad alimentaria, ecoturismo, gestión de desechos sólidos y restauración de tierras a lo largo de los últimos 30 años.

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