A Anibel González le falló el Estado al permitir que su verdugo la asesinara. Ahora, también les falla a sus tres hijas huérfanas, a las cuales ha dejado a su suerte lidiando con problemas psicológicos y físicos que ponen sus vidas en riesgo.

Las hijas de la abogada asesinada por su expareja Yazmil Fernández, quien mediante un proceso amañado por la Fiscalía de San Pedro de Macorís, obtuvo la oportunidad para cometer el crimen, viven en precarias condiciones de salud y sin asistencia por parte del Estado.

El cuadro desgarrador fue presentado por la periodista Addis Burgos en su programa Desclasificados, donde describe que su abuela materna, Mercedes Ureña, una mujer de 60 años, ama de casa y que a pesar de las limitaciones económicas y de salud, tiene en sus hombros la responsabilidad de sus tres nietas de 15, 12 y 7 años.

Depresión y diabetes de alto costo

La hija mayor de la desaparecida abogada, quien presenció cuando su padre mató a su madre, presenta un cuadro de depresión permanente por lo que tiene que ser tratada con profesionales a costos que no pueden sostener, es una condición de salud que no se cubre con seguros médicos y que requiere medicación. Lo poco que reciben en ayudas es insuficiente.

En tanto que la menor de las tres, padece diabetes tipo 1, razón por la que es medicada hasta cinco veces al día para tener la enfermedad controlada y que no sufra desmayos, es una enfermedad de alto riesgo y de alto costo que conlleva consultas y medicamentos que esta humilde abuela dice son imposibles de costear desde su realidad.

“La grande la estamos tratando con psicólogo y la chiquita es un proceso muy fuerte. Muy fuerte el problema del azúcar, la diabetes”, dijo Ureña.

“A la niña se le pone insulina, cuatro y cinco veces al día. Tengo que estar a cada rato, cuando no es que hay que llevar (al médico) a la grande, hay que llevar a la pequeña. Que hay que hacerle esto. Que si análisis, que si estudios, que si hay que estar corriendo a comprar la insulina”, relata con tristeza la mujer.

Lo más difícil para Ureña, ha sido tener que vivir con el dolor de como su hija fue asesinada a tiros por un hombre “enloquecido” y tener que ver a sus nietas sin su madre.

Drama común de huérfanos por causa de feminicidios

Han pasado cuatro años de la pérdida de su hija Anibel, pero la tragedia se ha extendido, el sufrimiento de esa familia se mantiene intacto.

Esas tres niñas presenciaron los maltratos que vivió su madre, vieron cómo fue tiroteada y posteriormente, el suicidio de su padre. Todas viven cuadros de depresión, ansiedad y tristeza no tratadas. La mayor padece sentimientos de culpa, al recordar que fue ella quien abrió la puerta a su padre aquella noche. “Es un dolor que nadie lo entiende. Hay que vivirlo para entenderlo”, dijo la abuela.

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