Aprobación de la metodología para el mercado de carbono demostró que sí es posible avanzar en la acción climática
Al concluir la primera semana de negociaciones en la 29 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático, mejor conocida como la COP29, que este año se celebra en Bakú, Azerbaiyán, se respira un aire de inesperada esperanza con algo del conformismo por saber que esta sería una COP de transición.
La aprobación de la metodología para el mercado internacional de carbono, lograda el mismo primer día de la Conferencia, continuó la senda trazada en Dubái (COP28) de aprobar alguno de los documentos fundamentales en el día mismo de la apertura, y demostró que sí es posible avanzar en la acción climática global en esta Conferencia, marcada por el liderazgo de anfitriones como Emiratos Árabes Unidos (2023) y Brasil (2025).
Sin embargo, fue evidente que costó trabajo aprobar ese reglamento, pues las negociaciones de alto nivel, que se realizan tras bastidores, se prolongaron más de lo esperado y la reanudación de la sesión plenaria de apertura se demoró hasta 3 horas más de lo previsto, dejando ver lo difícil que resultó volver a la mesa plenaria y debatir en público tan álgido tema.
De ahí en adelante, lejos de coser y cantar, las negociaciones en esta COP29 se han convertido en una especie de pantano difícil de cruzar.
Por ejemplo, el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG, por sus siglas en inglés) que se refiere a los montos globales requeridos para financiar la acción climática, los países en desarrollo intentan poner la vara tan alta como sea posible, pues la incumplida meta anual de los 100 mil millones de dólares anuales trazada en la COP15 de Copenhague (2009) es ya insuficiente.
Por ello, la distancia entre las aspiraciones de los países en vías de desarrollo y las naciones industrializadas es abismal: los unos, reclaman 1,3 billones de dólares al año (1,3 millones de millones); mientras que los otros siguen hablando sobre la base de 100 mil millones de dólares.
Ante este “tranque”, el texto en discusión del NCQG se redujo de 45 a sólo 25 páginas y muchos de los apartados más importantes se eliminaron o colocaron entre corchetes para que sea el presidente de la COP quien impulse su aprobación en las reuniones de alto nivel, que estarán marcadas por la reunión del G20 que inicia este lunes en Brasil, en paralelo a la semana final de la COP29.
Es decir, que será allí en Brasil donde los líderes de las mayores 20 economías del mundo decidirán su compromiso de financiamiento para la acción climática mundial y no aquí en Bakú, donde esta semana reunirán los ministros de finanzas o sus representantes.
En cuanto al Programa de Trabajo para la Mitigación (Mitigation Work Programme), la discusión está centrada en el compromiso que asumirán para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad hacia 2030 y la propuesta de duplicar la generación de energía a partir de fuentes renovables para el año 2030, y triplicarla para el 2050.
Aunque en estas metas existe unidad entre muchos países desarrollados y en vías de desarrollo, que resultan además contradictorias, países como China, Rusia, algunas naciones árabes y otros, insisten en que se trata de aspiraciones imposibles de realizar, mientras países africanos y algunos asiáticos insisten en que metas tan ambiciosas como esas están condicionadas al financiamiento de parte de las naciones industrializadas.
Esta falta de consenso hizo que la mayor parte del texto propuesto se coloque en manos del presidente de la COP, otra vez, para que sea él quien intente destrabar la conversación con los ministros o sus representantes, a partir de este lunes.
Parece, en cambio, que el Fondo de Pérdidas y Daños es el único que estaría caminando sin muchos contratiempos, pues ya se han dado los pasos formales para que reciba el dinero prometido por los donantes en la apertura de la COP28. Este Fondo será dirigido por la Organización de las Naciones Unidas y el Banco Mundial actuará como fideicomisario financiero, además, ya está en funciones su primer director ejecutivo, el senegalés Ibrahima Cheikh Diong, y este mismo mes, Suecia anunció un aporte de 19 millones de dólares para elevar el financiamiento disponible a los 720 millones de dólares.
RD con metas claras
La delegación de República Dominicana, liderada por el Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo limpio y el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, con participación del Ministerio de Energía y Minas, el Banco Central de República Dominicana, la Dirección General de Aduanas y el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través del embajador Elvis Alam, ha jugado un rol fundamental en varios temas de las negociaciones, mientras en paralelo se trabaja en temas específicos de interés para el país.
Los negociadores nacionales han trabajado de manera incansable en largas jornadas y han hecho destacar el liderazgo nacional al coordinar temas como Construcción de Capacidades, Acción por el Empoderamiento Climático (ACE) y el grupo de Trabajo Conjunto de Koronivia para Agricultura, los cuales ya cerraron sus discusiones en esta primera semana.
También se ha avanzado en temas de cooperación directa con organismos como la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), con la que se acordó priorizar el financiamiento de medidas de adaptación; la Coalición para el Desarrollo de Infraestructuras Resilientes (CDRI), con la que se están afinando los detalles para la incorporación de sus especialistas a la evaluación de las infraestructuras críticas en República Dominicana. Y la Alianza Solar Internacional (ISA) reiteró su interés en apoyar al país en el desarrollo de la infraestructura necesaria para fortalecer la participación de la energía fotovoltaica en la generación, transmisión y suministro de electricidad a través de soluciones innovadoras.
Avances significativos
En resumen, esta COP29 ha logrado avances técnicos significativos, mientras sigue pendiente desbloquear los mayores desafíos políticos y financieros para la acción climática, lo que no debería sorprendernos dadas las condiciones geopolíticas del mundo actual.
No le falta razón al ex secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, a Christiana Figueras y otros líderes que se han manifestado para exigir mayor velocidad en la implementación de las decisiones climáticas globales, aunque eso de pedir “criterios estrictos de elegibilidad” para la sede de las COP que permitan “excluir a países que no apoyen la transición/eliminación de la energía fósil” ya parece excesivo y excluyente, lo que es contrario a los principios de acción voluntaria que rigen el tema, a partir de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático.
En todo caso, la presión necesaria tiene que venir desde los ciudadanos, que deben tener mayor conciencia sobre este desafío y exigirle, a sus líderes, mayor compromiso y acción climática a nivel nacional.