Estimados hermanos y hermanas de San Juan y comunidades aledañas:
A través de los medios de comunicación hemos visto cómo la minera GoldQuest y representantes del Gobierno dominicano avanzan en la instalación de un proyecto de megaminería en su territorio, levantando la promesa de que las nuevas tecnologías a utilizar evitarían el impacto medioambiental negativo característico de este tipo de proyecto. Por los medios informativos también vemos las promesas sobre el gran impacto económico que la mina de Romero tendría en San Juan y en todo el país. El contrato, según el ministerio de Energía y Minas, sería sumamente ventajoso para el Estado dominicano.
A partir de la realidad que estamos padeciendo en Cotuí y Sánchez Ramírez, nos vemos en el deber, en la obligación moral, de hacerles, desde lo más profundo de nuestros corazones, un llamado de advertencia: cuídense de los espejismos de la megaminería.
En nuestra provincia numerosas familias son hoy víctimas de la contaminación producida por la actividad en la mina de Pueblo Viejo, y ni siquiera podemos presentar un estudio que certifique estos padecimientos porque el ordenado por el Ministerio de Salud en el año 2013 nunca ha sido publicado. Estamos en el desamparo, pues el Gobierno nos ha dejado solos en un debate en el que nuestras voces son opacadas por la maquinaria multimillonaria de la minera canadiense Barrick Gold y sus grandes aportes a un Presupuesto Nacional deficitario y a los medios de comunicación locales y nacionales.
A consecuencia de la contaminación de los ríos cercanos a la mina, en varias de nuestras comunidades la gobernación y la empresa minera tienen que entregar botellones de agua a los hogares para garantizar al menos la sobrevivencia de la gente. Por si todo esto fuera poco, ni siquiera tenemos acceso al agua de nuestra presa de Hatillo, que es la reserva de agua dulce más grande de todo el Caribe. En el mismo centro de Cotuí algunos hogares pueden pasar más de un mes sin ver agua en la llave.
En nuestro caso, la promesa de desarrollo económico y social también ha sido un engaño. Los pocos empleos generados son temporeros (de tres a cuatro meses), sin seguridad social y con bajos salarios. Nuestra provincia levantada sobre una mina de oro tiene una tasa de pobreza de 46%, superior al promedio nacional (40.2%), según el Ministerio de Economía Planificación y Desarrollo (2018). Ahora mismo somos la comunidad más pobre de la región Cibao Sur. Sánchez Ramírez también se encuentra por debajo del Índice de Desarrollo Humano Provincial que elaboró el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Obtuvo un índice de 0.465, y el promedio nacional es de 0.513.
Pero lo peor de todo, queridos hermanos y hermanas de San Juan, no es el engaño en cuanto a las promesas de desarrollo económico e impacto ambiental. No.
Desde antes de reactivarse la actividad minera en Pueblo Viejo nuestra provincia es víctima de un nefasto plan de división y fragmentación social. A través de las dádivas, cooptación de organizaciones, siembra de rumores, infiltración de organizaciones de base, compra de comunicadores, la minera Barrick Gold nos ha dividido, ha sembrado la desconfianza entre nosotros y nosotras. Ni las iglesias se escapan a esta trama perversamente elaborada y ejecutada. Nuestro pueblo desconfía hasta de los representantes de Dios. El daño ha sido tan grande que, a pesar de nuestra larga trayectoria de lucha, hoy se nos hace difícil ponernos de acuerdo para reclamar la asignación de los recursos que nos corresponden por la explotación minera (5% de los beneficios netos de la empresa según la Ley de Medio Ambiente). Del infierno de rumores y chismes también se beneficia el Gobierno, que, entre campañas publicitarias y falsas promesas, desde el 2013 a la fecha se ha puesto de acuerdo con la minera para quedarse con más de RD$3,226 millones que por ley corresponden a Sánchez Ramírez para ser invertidos en proyectos de desarrollo (creación de empleos, apoyo de la agropecuaria, un centro universitario de la UASD, atención de salud, entre otros).
Si la GoldQuest opera de la forma en que opera la Barrick Gold y las megamineras que llegan a países con débil institucionalidad como República Dominicana, estamos seguros de que ya ustedes están viviendo parte de esta triste realidad.
Por estas y otras tantas razones les escribimos esta carta y le exhortamos a que reflexionen profundamente sobre su futuro y sobre el rol que le quieren dar a la megaminería en sus vidas y en su provincia, otrora conocida como el Granero del Sur. Por ustedes, por sus familias y por el país, no se dejen engañar, ni dividir.
Abrazos desde el pueblo donde canta o debería cantar la guinea.