El paso del huracán Beryl dejó al descubierto violaciones a las normas que prohíben construir en zonas costeras

La destrucción de infraestructuras turísticas provocadas por el fuerte oleaje asociado al paso del huracán Beryl, ha puesto al desnudo una recurrente violación a las normas que prohíben construcciones en zonas costeras del país.

El destino turístico de Boca Chica, ubicado a 37 kilómetros del centro de Santo Domingo, es un reflejo vivo de este problema medioambiental; en el que ahora, después del huracán aflora el debate sobre cuáles son las soluciones más viables para resolver el inconveniente.

La ley 305 de 1968, prohíbe las construcciones a menos de los 60 metros de la pleamar para mantener la integridad ecológica, el funcionamiento de los ecosistemas marinos, permitir la libre circulación de los que quieran disfrutar de la orilla del agua, además de que no se destruya el paisaje existente en todas las costas.

Con el paso por aguas del mar Caribe del poderoso huracán Beryl, categoría 5 al momento de ubicarse frente a Santo Domingo, las fuertes marejadas asociadas al fenómeno, al menos 40 negocios resultaron afectados, algunos destruidos entre un 80 o 90 por ciento según testimonios de autoridades locales y propietarios de establecimientos.

“Esto me ha dejado desbaratado, a mí me tumbó por completo el negocio, la terraza completa; fue al suelo que se fue”. Es el testimonio de Frey Mercedes, un dueño de un restaurante ubicado en Boca Chica.

Pero una gran interrogante surge sobre el cumplimiento de ley 305 y otras disposiciones legales medioambientales que regulan la construcción de obras en zonas costeras, riberas de ríos, lagos, humedales y otras fuentes acuíferas.

¿En Boca Chica los negocios han tomado parte de la playa en contra de la ley, o es el mar que, por la erosión de la arena, ha ido a los espacios que antes no le pertenecían?

“Lamentablemente hay una confusión, aquí el 80% de la propiedad que está en este litoral, ya un 25 o un 30% de los títulos están dentro del mar, nosotros no hemos ido donde está la playa, la playa ha venido donde nosotros”, afirma Yoni González, empresario turístico.

Este comerciante de la zona asegura que las autoridades tienen los mecanismos técnicos profesionales para determinar que los negocios que tienen más de 25 o 30 años, y que no se han modificado en nada, tenían un frente de playa que sobrepasaba los 60 metros.

Frey Mercedes, otro comerciante turístico afectado, expresa que tiene 46 años, y empezó su vida productiva recogiendo botellas a orillas de la playa y afirma que antes “jugaban pelota en espacios que ahora están ocupados por el mar”.

Soluciones basadas en la naturaleza, son propuestas que plantea Tasha Gousgh, presidenta de la Fundación Verde Profundo, que entre otras iniciativas ha desarrollado un programa de siembra de manglares, como alternativa para ayudar a solucionar este problema medioambiental. “Nosotros sembramos manglares en un orden que imita como están estos ecosistemas en la naturaleza y como resultado de haber puestos estos domos y manglares, nosotros al año de haberlo puesto, recuperamos unos 6 o 8 metros de playa frente a nuestro local”, explica la joven bióloga, que tiene la fundación en Boca Chica.

Tras el huracán, el panorama es de desolación y escombros; pese a la lesión, la intención de algunos comerciantes es volver a su estado anterior y poner sus negocios a operar, pero las autoridades lo han prohibido.

A los dueños de negocios no se les permite hacer reconstrucciones hasta tanto cumplan con la entrega de permisos, situación que también ha mermado la actividad económica.

Expresan que tienen que cumplir con compromisos del pago de nómina, pero sus establecimientos operan solo a un 20%.

“Ellos nos están exigiendo más o menos 12 metros de la orilla de la playa para poder remodelar, nosotros estamos de acuerdo con la idea, pero lo que estamos pidiendo es que nos permitan remodelar la parte física dentro del local, que tampoco nos quieren permitir eso.

La presidenta de la Fundación Verde Profundo indica que es un tema viejo en el que cada vez la playa se va deteriorando más por el tema de la erosión de la arena y que el huracán destapó una caja de pandora.



“Muchos negocios han incurrido en la práctica de rellenar sacos con escombros, con cemento, con varilla, con gravilla de construcción y otros materiales, que han sido dejados al descubierto, porque el huracán se llevó la arena; básicamente, el huracán lo que hizo fue destapar una caja de pandora”. Afirma.

Considera que habría que ver los títulos de propiedad de todos los negocios, para identificar si realmente hay gente está metiéndose dentro del mar, o si es un problema de erosión de playa, en la cual, la arena o el agua termina frente a la propiedad. Recientemente autoridades de medio ambiente, turismo, alcaldía y la procuraduría de delitos contra el medio ambiente, se reunieron con dueños y operadores de negocios, para evaluar los daños tras el huracán, y también buscar solución a las violaciones a la ley.

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