Desde la década de los 80 la industria farmacéutica ha estado invirtiendo en investigación para el desarrollo de medicamentos biotecnológicos o innovadores para el tratamiento de enfermedades autoinmunes, crónicas e incapacitantes como el cáncer, la artritis reumatoide y diabetes, entre otras.
En base a proteínas que se producen a partir de células vivas genéticamente modificadas, los biotecnológicos actúan directamente sobre el factor que genera, acelera o perpetúa una enfermedad.
Sin embargo, al agotarse las patentes pueden fabricarse biosimilares y biológicos no comparables que son comercializados a un precio menor en el mercado.
Salomé Mata, líder estratégica de medicamentos biológicos para Roche Centroamérica y el Caribe, explicó que los biosimilares son una copia no exacta del medicamento de referencia que en muchas ocasiones genera rechazo inmunológico en el paciente que ya venía utilizando el producto original y decide cambiar a un equivalente o copia.
En ese sentido, la doctora Ruby de Parada puso como ejemplo el caso de la artritis reumatoide que requiere ciclos de tratamiento prolongados y que al cambiar de terapia podrían provocar que el organismo genere grandes cantidades de anticuerpos en rechazo a la nueva molécula y revertirse los avances alcanzados.
Deploró que pacientes con patologías detectadas en etapas tempranas pudieran perder la oportunidad de cura por usar estos medicamentos.
Sostuvo que el riesgo es mayor en Latinoamérica donde el marco regulatorio en materia de farmacovigilancia no es tan robusto como en Europa.