Así como hay ciudadanos que tienen como adición consumir algunas sustancias que generalmente están relacionadas con el incremento de los vicios como son: la drogadicción, el alcohol y el tabaco, entre otras, yo, desde muy joven, he crecido con la adición al estudio, al trabajo, a la lectura y a escribir, habiendo producido a la fecha alrededor de una docena de títulos relacionados principalmente con los temas educativos, políticos y a la problemática electoral.
El Departamento de Relaciones Públicas de nuestra universidad acaba de publicar mi opúsculo titulado “Mis herencias educativas y culturales”, que hace alrededor de un año escribí porque mi médico me pidió que por mis problemas de salud descansara algún tiempo, especialmente en lo que a lectura y escribir se refiere, pero por mi adición al trabajo intelectual, propiamente irrespeté la orden de mi médico y me dediqué a escribir este opúsculo que en gran parte contiene la incidencia que en mi comportamiento moral e intelectual tuvo la crianza de mi hogar con los consejos y orientaciones de mis padres; así como mis años en el Seminario Conciliar Santo Tomás de Aquino a cuya institución debo gran parte de lo que soy y donde ingresé en 1949.
También detallo la incidencia que, en mi formación y comportamiento educativo, tuve con excelentes educadores nacionales e internacionales los cuales me enseñaron actuar conforme a la Ley y Reglamentos del Sistema Educativo dominicano.
En la presentación que hago al referido opúsculo aparecen los puntos más importantes, las acciones y las actividades que encierran mis “Herencias educativas y culturales”, el cual incluyo a continuación:
“Con el fin de que familiares y amigos, así como instituciones educativas con las que he trabajado directa o indirectamente, y que han estado relacionadas con mi persona conozcan el origen de mi formación personal, moral y educativa, he decidido escribir este opúsculo que con el sugestivo título de “Mis herencias educativas y culturales”, destaca la incidencia que al andar de mi vida ha tenido que ver con mi persona, iniciando con el tema “Familia y hogar”, pues aunque de descendencia humilde no olvido el ejemplo de buen comportamiento y honradez que recibí de mis padres ya fallecidos y de ellos recuerdo expresiones que permanentemente nos repetían de que “las personas mayores se respetan y de que el dinero ajeno también debía respetarse”, queriéndome decir que exhibiéramos con honor nuestra buena conducta y que hacer uso indebido del dinero ajeno era lo mismo que robar lo que es añadir una negra mancha al seno familiar.
Destaco, asimismo, los educadores valiosos, que directa o indirectamente, me ayudaron a adquirir los conocimientos técnicos y administrativos que posteriormente debía aplicar en el Sistema Educativo dominicano y que por mi comportamiento me convierte en uno de los pocos dominicanos que ocupó íntegramente el escalafón magisterial, desde maestro de alfabetización, educación básica y media hasta ser titular de la Secretaría de Educación entre los años 1989-1991 y que al decir de muchos maestros soy uno de los mejores secretarios de Estado de Educación que ha pasado por el Ministerio.
Creo haber sido un asiduo colaborador en el auge y desarrollo de la educación nacional, pero una de mis mejores iniciativas ha sido la creación de la Universidad de la Tercera Edad (UTE) que, como dice la canción promovida por el gran cantante español Joan Manuel Serrat: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar” y que ha creado una percepción justificada en la comunidad educativa nacional de la UTE que es “una institución de buena calidad” y que en sus 30 años de existencia ha entregado a la sociedad dominicana alrededor de 6,000 nuevos profesionales.
Lo expuesto precedentemente me induce a incluir al final de este opúsculo algunas informaciones importantes sobre la valiosa institución educativa que presido y que ha sido bautizada por sus admiradores como “La Universidad de la Vida y la Esperanza”. Entre ellas puedo mencionar: el programa universitario para internos de la cárcel del nuevo modelo penitenciario, contando a la fecha con unos 350 participantes (estudiantes) en las cárceles de Najayo Mujeres, Najayo Hombres, Rafey de Santiago; la Isleta de Moca y la de San Pedro de Macorís.