Las fuerzas oficialistas han estado concentrándose en la periferia de Idlib, preparándose para una ofensiva en el último reducto que les queda a los rebeldes en Siria. Los bombardeos del gobierno amainaron un poco el martes tras varios días de explosiones intensas.
El viernes pasado, una cumbre de Rusia, Turquía e Irán fracasó en su intento de llegar a un acuerdo. Irán y Rusia apoyan al gobierno sirio, mientras que Turquía apoya a la oposición.
“Idlib no debe convertirse en la próxima masacre en Siria”, declaró el comisionado Hanny Megally a reporteros tras la difusión del informe. La población civil “no debe quedar atrapada como rehenes en medio de una guerra contra terroristas”.
El enviado especial de la ONU en Siria, Staffan de Mistura, dijo el mes pasado que unos 10.000 combatientes ligados a Al Qaeda y sus familias están en esa localidad densamente poblada, donde viven unas 2,9 millones de personas. Muchos de ellos habían llegado allí tras ser evacuados de otras zonas debido a los combates.
El titular de la comisión Paulo Pinheiro dijo que la presencia de 3 millones de civiles en la zona “es algo que debe ser tomado en cuenta por las potencias involucradas en la decisión”.
“Las fuerzas oficialistas están combatiendo contra unas 10.000 personas armadas y los que pagarán las consecuencias son unos 3 millones de civiles”, dijo Pinheiro. “Por supuesto que no tenemos nada en contra del combate a terroristas, pero algo debe hacerse para proteger a esos 3 millones de civiles entre los cuales hay un millón de niños”.
“Todos los desastres anteriores serán incidentes menores comparado con lo que puede ocurrir en Idlib”, manifestó.
El reporte de la ONU acusa al gobierno de emprender ataques con cloro en su ofensiva en los suburbios de Damasco llamados Ghouta Oriental y también en Idlib.
“A fin de reconquistar Ghouta Oriental en abril, el gobierno lanzó numerosos ataques indiscriminados contra áreas densamente pobladas por civiles, incluso con armas químicas”, dice el texto.