Desde que se conoció que Odebrecht admitió haber operado aquí su esquema internacional de asesoría y financiamiento de campañas electorales y sobornos para lograr la contratación de obras públicas sobrevaluadas, adelanté los devastadores efectos que tendrá el caso para el Gobierno del presidente Danilo Medina.
No era aventurado suponer, escribí, que “un primer daño colateral del tema Odebrecht (…), es que cierra espacio a la aspiración de sectores del PLD de aventurarse a … que el presidente Medina aspire a reelegirse”.
Sin importar el derrotero que siga el affaire, el tribunal del imaginario popular, ya condenó al Gobierno, cual muestran el empoderamiento ciudadano de las demandas por el fin de la impunidad, y la caída en la popularidad del presidente Medina.
¿Por qué la mayoría de la población, que habría respaldado la reelección presidencial de Medina, hace apenas 8 meses, ha dado un giro tan negativo?
Porque eran de público conocimiento los estrechos vínculos entre el PLD, Danilo Medina y el Partido Trabalhista Brasileiro y sus líderes Lula da Silva y Dilma Rousseff, arrastrados en el entramado de corrupción Lava Jato.
Fue de ese infeccioso entorno brasileño de donde salió el engendro Joao Santana-Mónica Moura, asesores de marketing político de Lula, Dilma y Danilo, y fichas claves en las operaciones de Lava Jato.
La mayoría de los medios dominicanos no publicaron informaciones de los allanamientos e interrogatorios de la policía de Brasil a la parejita de delincuentes, en los que fueron mencionados los nombres de República Dominicana y del presidente Medina, mas esas informaciones fueron profusamente difundidas por las redes sociales y Radio Bemba.
Como parte de su anuncio de disposición a sancionar a Odebrechet, en su discurso del lunes el presidente Medina destacó que el acuerdo firmado con la empresa la compromete “a colaborar con las investigaciones y a asumir el mismo código de comportamiento ético, gobierno corporativo, integridad y transparencia pactado en el Acuerdo de Lenidad firmado con Brasil, Estados Unidos…”
Pese a esa defensa presidencial, el juez José Alejandro Vargas se acogió a las leyes y rechazó por inadmisible el acuerdo, pues como advirtiera el líder opositor Luis Abinader, “ningún acuerdo puede ser aprobado sobre la base de eximir de responsabilidad penal a los implicados, ni puede ser homologado por los tribunales dominicanos hasta tanto no sea conocido el alcance de los daños sufridos por nuestro país”.
En ese desesperado panorama, los politólogos Daniel Pou y Belarminio Ramírez y el fino columnista Orlando Gil coinciden en vaticinar la existencia de condiciones para una nueva reelección de Medina.
Hablar de reelección en un momento tan adverso indica que gente del entorno palaciego pueden tratar de correr ideas descabelladas.
Miren lo que sugiere Berlarminio Ramírez debe hacer el presidente Medina, cito su declaración: “coger un colín como esos campesinos de San Juan, amolarlo por los dos lados, y todo aquel que le hago daño a la imagen de él y de su Gobierno, chapiarlo de lado y lado’’.
Se trata de una sugerencia que indica la ansiedad, el estrés y la sensación de “atrapado y sin salida” en que se encuentran litorales gobiernistas. Ojo con eso.