La crisis interna que atraviesa el PLD ha exacerbado los ánimos nacionales, polarizado a la población y crispado a los periodistas de los medios de comunicación. Se hace difícil participar en un programa de radio, televisión o brindar declaraciones sin que se nos presione, a veces más allá de lo que el profesionalismo recomienda, para obtener información sobre nuestra posición a favor o en contra de las fracciones enfrentadas. Ante tal panorama, la prudencia, el respeto y los principios que han guiado mi actuación política y ciudadana a través de tantos años de lucha me han recomendado optar por guardar una prudente distancia y un silencio que no significa indiferencia, ni falta de opinión sobre lo que acontece.
Como dirigente del Movimiento Izquierda Unida -MIU- organización política de vocación amplia, diversa y plural, iniciamos un acercamiento al PLD, en el año de 1993, en vida del profesor Juan Bosch. Entonces tuvimos la satisfacción y el alto honor de establecer una alianza política en base a objetivos y enfoques comunes, que no excluían diferencias en asuntos puntuales. Nuestra experiencia, hasta el presente, ha sido positiva, habiendo logrado amplia colaboración a todos los niveles del PLD. También nos hemos brindado apoyo recíproco en las labores políticas y la aplicación de nuestras mutuas estrategias, acompañando el MIU a este partido, como aliado responsable y serio, en los gobiernos del Dr. Leonel Fernández y del presidente Danilo Medina, a quienes nos unen relaciones de amistad, coincidencia política y respeto.
Fue precisamente el profesor Bosch un constante propulsor de la unidad política entre fuerzas progresistas y revolucionarias, aunque estuviesen separadas por enfoques programáticos o apreciaciones políticas e ideológicas sobre hechos concretos. Se trata de una enseñanza y una muestra de sabiduría política que mantiene plena vigencia en nuestros días. A su vez, líderes como Manolo Tavarez Justo, del Movimiento 14 de Junio, fueron también partidarios de la unidad estratégica, poniendo a un lado las diferencias, para poder presentar un frente unido al verdadero adversario, y lograr llevar a la práctica las transformaciones que reclamaba el pueblo dominicano.
Sobre la colaboración con el PRD y con el gobierno del profesor Bosch, a quienes antes de las elecciones había enfrentado, Manolo Tavárez expresó en un acto organizado en el Ateneo de San Pedro de Macorís, en los primeros días de abril de 1963, según reseñó uno de los presentes:
El Dr. Tavárez exhortó a sus correligionarios a apoyar al actual gobierno, así como también a oponerse al imperialismo yanqui… Manifestó que su partido lo respalda en oponerse al actual gobierno, si este no cumple las promesas hechas antes de subir al poder, y arriesgarán sus vidas por la liberación nacional…
Con frecuencia, como la historia de nuestro país ha demostrado, quienes atizan desde las sombras las divisiones y las crisis internas de los partidos, son las fuerzas oscuras que no están interesadas en que la nación avance con la participación de todos, ni que triunfe la justicia social. El 31 de julio de 1963, en medio de la campaña reaccionaria contra el presidente Bosch que desembocaría en el golpe de Estado del 25 de septiembre, era publicado un comunicado del Partido Socialista Popular titulado “A todo el pueblo”, donde se alertaba:
Diversos sectores oligárquicos demandan que se lance al país por el abismo de las persecuciones, deportaciones y atropellos; incitan al gobierno a violar la Constitución vigente que establece libertades para todos los dominicanos. La oleada Mac artista tiene los mismos objetivos que el golpe… Si se reprime a los comunistas y demás fuerzas de izquierda, no habrá democracia.
La historia nacional también brinda lecciones acerca de la legitimidad del poder y su significado en las sociedades que requieren transformaciones para beneficio de las amplias mayorías. Fue el propio Bosch quien se encargó de definirlo en su programa radial Tribuna Democrática, del 15 de diciembre de 1962, a escasos cinco días de que se celebrasen las elecciones donde triunfaría con más del 60% de los votos emitidos:
“Estamos luchando por salvar este país de sus explotadores, de sus tiranos, de los que lo han engañado siempre. No estamos luchando por el poder. Si el poder no se alcanza por la fuerza moral y con la voluntad del pueblo, no sirve para nada. Y si no es por la fuerza moral y con la voluntad del pueblo, el PRD no irá al poder. Y si las elecciones son verdaderamente libres, sin coacción, sin terror espiritual, sin confusiones, no iremos a las elecciones”
Si bien he mantenido el necesario silencio que debe contribuir al acercamiento de las posiciones encontradas en el seno de un partido de tanta importancia y peso en el país, como es el PLD, también lo es que el estudios de las enseñanzas de la historia, y de la manera de conducirse el profesor Bosch y otros líderes populares, ante crisis internas y externas, me llevan a considerar que este no debe ser absoluto: si bien no me corresponde traspasar los límites del respeto y la consideración debidas a nuestros aliados, si estoy en el deber de poner ante los ojos de todos estas reflexiones históricas, de indudable valor y pertinencia.
Es de sabios examinar el presente a través del prisma del pasado. La historia no se mueve en círculos, pero en su avance va conservando lecciones y experiencias que no deben caer en el olvido al producirse situaciones como las que enfrentamos.
Si salgo de mi obligado silencio, por unos breves instantes, es para dejar bien definidas tres de esas experiencias del pasado que pueden iluminar a los actores del presente. Ellas son:
1) La unidad interna de las fuerzas políticas afines, y dentro de un mismo partido, es la primera entre las exigencias políticas que deben ser cumplidas para el logro de los objetivos estratégicos que animan a hombres y mujeres que aspiran a crear un mundo y una patria mejor.
2) Con frecuencia las divisiones internas en las fuerzas transformadoras de las sociedades humanas son fomentadas por quienes se oponen al progreso y al avance de la justicia social. Estas fuerzas oscuras suelen actuar desde las sombras, azuzando los enfrentamientos para su propio beneficio.
3) Solo la moral, el respeto a los principios y el apoyo del pueblo pueden conceder legitimidad al poder. Sin ellos, el poder no tiene sentido y se torna contraproducente.
Vuelvo a mi respetuoso silencio, convencido de que la inteligencia, el sentido del deber y la conciencia de los principales dirigentes del PLD, nuestros aliados de tantos años, se impondrán en este momento amargo para todos.
Las crisis, por complejas que sean, siempre portan en sí sus propias soluciones. Corresponde a los hombres y mujeres de buena voluntad, hallarlas y ponerlas en práctica, para el bien de la nación, y por el futuro por el que tantos dominicanos y dominicanas se sacrificaron.