Probó mil amores, sufrió horrores y conoció la vanidad de la vida, Salomón dijo: “más vale reprensión manifiesta que amor oculto”.
El experimentado rey entendió que se ama una vez, a veces muy tarde pero legítimamente, solo una.
Dios habló al patriarca Abraham sobre su “único” hijo, aunque Ismael ya existía, evidenciando que fuimos diseñados para aceptar como único, lo auténtico, la promesa, ¡lo elegido por y para Dios! Así pues, aunque entrenado en padecimientos, expandido en el miocardio, encerrado en la fidelidad, gobernado por la nobleza, incomprendido por la razón, el amor es el vino cuya reserva no se etiqueta para quien lo pueda comprar, ¡sino para quien valore su cuerpo y esencia! Amar no es atreverse a soltar un sentimiento, ¡es negarse a vivir en un corazón ajeno! l