SANTO DOMINGO.– En el marco de las celebraciones del Viernes Santo convocado por el Papa Francisco bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”, el Revdo. Diácono Juan María Durán, de la Parroquia Corpus Christi (Vicaría Episcopal Territorial Este), ofreció una conmovedora reflexión centrada en la cuarta palabra de Jesús en la cruz: “Elí, Elí, ¿lamá sabactaní?” (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?), recogida en el Evangelio de San Mateo (27,46).
Durante su mensaje, el diácono conectó este grito de angustia de Cristo con la realidad actual del país, especialmente con el doloroso flagelo de la inseguridad vial. “Esta expresión de Jesús, en su naturaleza humana, nos invita a mirar dentro de nosotros y reconocer cuántas veces nos hemos sentido abandonados, sin esperanza. También nos llama a transformar la oscuridad en luz, el dolor en confianza, como lo hizo Él”, señaló Durán.
Una tragedia silenciosa en las calles
La reflexión del diácono cobra aún más relevancia al considerar los recientes datos del Observatorio Permanente de Seguridad Vial (Opsevi), que reportó 3,114 muertes por accidentes de tránsito en 2024, un promedio de 8 fallecidos diarios. Estas cifras mantienen a la República Dominicana como uno de los países más peligrosos en términos de siniestralidad vial, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que la sitúa como la nación con mayor tasa de lesionados por accidentes y la segunda en mortalidad vial en la región, solo superada por Haití.
Un llamado urgente al compromiso colectivo
Durante su intervención, el diácono Durán criticó con firmeza la falta de compromiso social frente a esta situación. “Vivimos en una sociedad donde las normas se violan como parte del día a día: vehículos pesados sin las mínimas medidas de seguridad, motocicletas sin placas ni cascos, conductores bajo efectos de alcohol o drogas, y una indiferencia generalizada de las autoridades competentes”, advirtió.
Frente a este panorama, la Iglesia exhorta tanto a la ciudadanía como a las autoridades a asumir su papel como agentes de cambio. “No podemos seguir siendo una sociedad reactiva, esperando que la tragedia nos despierte. Es hora de actuar con propósito y sembrar esperanza”, afirmó Durán.
La esperanza como motor de cambio
Inspirada en las palabras de San Pablo –“Incluso no nos acobardemos en las tribulaciones, sabiendo que la prueba ejercita la paciencia, que la paciencia nos hace madurar y que la madurez aviva la esperanza” (Rom. 5,3-4)–, la Iglesia reafirma su compromiso de acompañar a la sociedad dominicana en su camino de conversión y transformación.
Finalmente, el mensaje concluyó con un llamado claro y contundente: que la Pascua de Cristo inspire a cada ciudadano a mirar con valentía su responsabilidad personal y a actuar desde la fe, la esperanza y el compromiso social.
