En nuestro artículo anterior titulado “El rol de las misiones de observación de la OEA y la IFES”, publicado en este importante medio en fecha 19 de los corrientes, calificamos este rol de la OEA como un sello distintivo de otros tiempos, sin embargo, desde la secretaría general de Almagro este sello se ha transformado de acompañar, asesorar y apoyar procesos electorales en tomar partido, profundizar y exacerbar problemáticas y divisiones internas, con una clara agenda política y estratégica.

En medio de la crisis que vive el país, como respuesta a la necesidad de investigar y depurar responsabilidades por la suspensión de los comicios municipales del pasado domingo 16 de febrero, y ante la pérdida de confianza de muchos ciudadanos en las instituciones nacionales, el gobierno solicitó a varias entidades internacionales que asuman las indagaciones mediante la realización de una auditoria a los equipos y al software utilizados. Entre las sugeridas se encuentran la Organización de Estados Americanos (OEA), la Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) y la Unión Interamericana de Organismos Internacionales (UNIORE). 

Esta invitación del gobierno es comprensible teniendo a la vista la situación creada y su dimensión, las protestas que se desataron desde el pasado domingo 16 y las descalificaciones que han sufrido la Junta Central Electoral y la Procuraduría General de la República.  Cuando no hay en la casa un árbitro de consenso, es natural que se pida la opinión de un vecino al que se repute como imparcial y respetable. Y es aquí donde la decisión comienza a ser un problema y no la solución.

Parto del criterio de que la participación internacional y el acompañamiento durante el proceso electoral que los dominicanos y dominicanas tenemos por delante, hasta la realización de los comicios presidenciales de mayo próximo, es de una importancia y utilidad, solo que no se puede delegar tamaña responsabilidad en entidades controvertidas, especialmente cuando esto   implica poner en manos extranjeras parte de nuestra soberanía y nuestro futuro.

Surge la pregunta de ¿Por qué las mencionadas y no la ONU, la Unión Europea, CELAC y el CARICOM, por citar sólo algunas?.  

La OEA es un organismo interamericano de trayectoria incidentada, que ha estado vinculado a la validación y respaldo de decisiones polémicas emanadas de Washington, no siempre al servicio de los intereses de los pueblos de América Latina y el Caribe.  Recordemos el triste papel que jugó durante la invasión militar norteamericana a nuestro país en 1965, y que produjo la pérdida de vidas dominicanas, lo que obligó al actual secretario a presentar una tardía y pírrica disculpa al presente gobierno. También el papel jugado en apoyo al bloqueo contra  Cuba, repudiado años tras años por la Asamblea General de la ONU, 

su inoperancia ante la agresión británica contra el pueblo argentino durante la Guerra de las Malvinas; su silencio ante los crímenes de las dictaduras militares del cono Sur, su encono contra los gobiernos de Nicaragua y la República Bolivariano de Venezuela y, más recientemente, el prestarse a crear las condiciones para el nefasto golpe de Estado en Bolivia que derrocó al presidente Evo Morales.

En este contexto, la propia OEA ha construido su descalificación, amén de personas en sus filas que pudieran ser excepción, pero no dejan de ser parte del mismo patrón. Por tanto, ya tomada la decisión por el superior gobierno, y en vista de que esas entidades están aquí y no debemos ni podemos sacarlas, lo que si no debemos es darle el arbitraje absoluto, solicitamos firmemente, que, esta alta misión sea acompañada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Comunidad de Estados del Caribe (CARICOM) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC).  Asimismo, para que la misión sea verdaderamente transparente e imparcial, el secretario general de la OEA quien se encuentra en campaña reeleccionista, bajo el auspicio de la Casa Blanca, pida una licencia de su función hasta que pasen las elecciones de ese organismo, las cuales se llevarán a cabo el próximo mes de marzo del presente. 

En cuanto a la IFES, se trata de una organización para la diplomacia pública del gobierno de los Estados Unidos, con sede en Arlington, Virginia, y, aunque se auto titula “Internacional” su presidente, copresidente y vicepresidente son políticos y empresarios norteamericanos.

De esta manera, se hace necesaria la participación internacional en lo que resta del proceso electoral dominicano, en un año crucial para nuestra democracia y el futuro de todos. Su actual composición no satisface las exigencias de pluralidad, imparcialidad, equilibrio y objetividad que se esperaban. Tampoco goza del prestigio y la confianza que debieran generar. 

Hay motivos de preocupación, aunque aún el gobierno podría enmendar la decisión invitando a participar a otros organismos internacionales, como los señalados, que contribuyan con su calidad moral e imparcialidad a equilibrar las decisiones que puedan ser tomadas.

Es demasiado serio lo que está en juego para dejarlo en tan pocas y comprometidas manos. 

 

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