Washington.- La carrera de Kamala Harris está llena de primeras veces, como mujer de raza negra y de origen asiático metida en la política en EE.UU.: fue la primera fiscal de distrito afroamericana y la primera fiscal general en la historia de California; la primera indio-americana en llegar al Senado y, ahora, podría marcar varios hitos de convertirse en vicepresidenta.
Nacida el 20 de octubre de 1964 en Oakland (California), Harris es la hija mayor de una pareja de inmigrantes -Shyamala Gopalan, una investigadora contra el cáncer de la India, y Donald Harris, un economista de Jamaica-, que se divorciaron cuando ella tenía siete años.
Según el medio Politico, tras la separación su madre las crió a ella y a su hermana, Maya, en el piso de arriba de un dúplex de color amarillo en Berkeley (California).
UNA CULTURA QUE PRODUCE MUJERES FUERTES
El nombre de Kamala hace mención a su origen indio, ya que significa “loto” y es una de las denominaciones de la diosa hindú Lakshami.
Su madre afirmaba en 2004 al diario Los Angeles Times que “una cultura que adora a las diosas produce mujeres fuertes”.
Pese a su origen multicultural, Harris prefiere describirse a sí misma simplemente como “una estadounidense”, y asegura que siempre se ha sentido bien con su identidad, como explica en su autobiografía “The Truths We Hold”.
Nada que ver, como recordaba el periódico The Washington Post, con la búsqueda del expresidente de EE.UU. Barack Obama (2009-2017) sobre su identidad, como hijo de una mujer blanca de Kansas y un keniano, que estuvo ausente gran parte de su vida.
De hecho, Harris ha insistido en alguna ocasión en que ella misma no se compara con Obama y que preferiría que otros no lo hicieran.
“Cuando por primera vez me presenté a un cargo público, una de las cosas con las que tuve que luchar es que te fuerzan durante ese proceso a que te definas a ti misma de manera que te adaptes bien al compartimento que otra gente ha creado por ti”, apuntó en una entrevista citada por el Washington Post.
HERENCIA INDIA Y AL MISMO TIEMPO ORGULLOSA AFROAMERICANA
En su caso, Harris atribuye a su madre el mérito de no haber tenido problemas de identidad, ya que ella creció bebiendo de la cultura india, pero al mismo tiempo sintiéndose orgullosa de ser afroamericana.
“Sabía (mi madre) que su patria de acogida nos vería a Maya y a mí como niñas negras, y estaba resuelta a asegurarse de que creceríamos como mujeres negras orgullosas y con confianza en sí mismas”, escribió Harris en su libro.
Gopalan estuvo vinculada al movimiento de derechos civiles en EE.UU. y salió a manifestarse junto a su marido, y más tarde con sus hijas cuando se divorció.
Conforme su perfil político fue creciendo a lo largo de los años, Harris no ha parado de resaltar detalles de su biografía para trazar nexos con los votantes: “No es sobre mí, es sobre la gente a la que represento”, subrayaba en una entrevista.
Su trayectoria política ha sido fulgurante: graduada en Ciencias Políticas y Economía en Howard University, una de las universidades afroamericanas por excelencia, se especializó en la lucha contra el crimen.
Entre 2004 y 2011 fue fiscal de distrito en San Francisco y entre ese último año y 2017 ejerció como fiscal general de California.
EL AZOTE DE LA ADMINISTRACIÓN DESDE EL SENADO
En 2016 se convirtió en la segunda mujer de raza negra y la primera de origen indio en ganar un escaño en el Senado del país, donde enseguida destacó por sus preguntas incisivas a responsables de la Administración de Donald Trump durante las audiencias.
El año pasado, Harris lanzó su candidatura presidencial bajo el lema “Kamala Harris por la gente”, aunque su propuesta no logró convencer para recaudar suficientes fondos, por lo que anunció su retirada en diciembre.
Biden la ha elegido como compañera de fórmula pese a los momentos de tensión que ambos protagonizaron mientras Harris era todavía aspirante, como el tira y afloja que vivieron en el segundo debate demócrata, cuando la senadora criticó al exvicepresidente por haberse opuesto a un mandato federal sobre un sistema de transporte para estudiantes con el fin de acabar con la segregación racial en las escuelas.
“Había una niña pequeña en California que fue parte de la segunda clase para integrarla en las escuelas públicas. Y ella iba en autobús al colegio todos los días, y esa pequeña era yo”, espetó Harris.
Dentro de los sectores más izquierdistas, Harris ha sido criticada por su actuación como fiscal general y de distrito en California, ya que durante sus mandatos aumentaron las condenas de cárcel, especialmente las relativas a delitos vinculados a las drogas.
UN PASADO POLÉMICO COMO FISCAL
Como fiscal se opuso al empleo de cámaras corporales por parte de los agentes de policía y a la legalización de la marihuana con fines recreativos, aunque sobre este último tema ha modificado su visión.
Aun así, el diario The New York Times apuntaba que ella misma se ha descrito como “fiscal progresista”: Impulsó medidas de izquierda sobre asuntos como el matrimonio gay y la pena de muerte, pero los más radicales le echan en cara no haber ido más lejos.
Como aspirante demócrata a la Presidencia, se presentó como una solucionadora de problemas “pragmática”.
Politico ha indicado que si hay un asunto que puede dañar su apuesta son sus posturas cambiantes sobre la instauración de un seguro médico universal en EE.UU., ya que ha pasado de apoyarlo sin fisuras a no respaldarlo abiertamente.
Desde la derecha ya se la ha bautizado como la que puede ser “la peor elección vicepresidencial de la historia de EE.UU. y “como justo la opuesto a lo que Biden necesitaba para competir contra el presidente Trump en noviembre”, decía el canal Fox Business, que ha recordado que Harris es de California, un “estado de extrema izquierda”.
Sea cual sea el resultado de las elecciones de noviembre, la edad de Biden, de 77 años, y su convencimiento de que va a ser un “candidato de transición” colocan a Harris, de 55 años, en un puesto de ventaja para convertirse en la futura líder del Partido Demócrata. EFE