Duarte, más que el nombre de un pico, provincia, ciudad, carretera, puente, escuela o parque, es el reflejo de los valores que caracterizan a una persona luchadora. Debe ser visto como revolucionario de la categoría de Eugenio María de Hostos, Ernesto Che Guevara, Fidel Castro, Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, entre otros grandes prohombres que este mundo ha visto nacer. Duarte tenía una visión del mundo distinta a la que predominaba en esa y la actual sociedad. Personas que se entregan en cuerpo y alma con el fin de beneficiar a los demás, que merecen la más alta gloria y grandeza. Con la lucha por nuestra independencia, Duarte demostró ser merecedor de esta distinción.
Los invito a hacer el trabajo que no todos están dispuestos a realizar, no tiene paga o remuneración y debe ser realizado desde el anonimato. Hoy más que ayer debe nacer Duarte en nuestros corazones. Hoy más que nunca hago formal invitación a cambiar esa banal y pobre concepción que tenemos de Duarte, por la de uno más joven, revolucionario, luchador, noble y valiente. Los invito a imitar esos valores y a ser entes activos en las luchas de nuestra sociedad.
Bastante se ha hablado de este gran personaje; mas, entiendo es digno de resaltar e imitar: su testimonio de libertad, que lo llevaron a buscarla en su tierra. Aun naciendo en una clase pudiente, entregó todo para luchar por un sueño, sueño de libertad e independencia. Fue el ideólogo y gestor de nuestra independencia y libertad, con una visión clara. En su paso por la tierra, demostró ser merecedor de la más alta gloria que una persona puede alcanzar. Su legado hace que él viva para siempre en nuestra patria e historia. Debemos llevar la frente en alto por ser de la tierra de un extraordinario libertador, pues Juan Pablo Duarte fue, es y siempre será un ejemplo de lucha y revolución.