Caracas. Cuando se cumplen 10 años del comienzo de las protestas de 2014 en Venezuela, en las que perdieron la vida 43 personas, Derek Redman lamenta que no se haya hecho justicia por el asesinato de su único hijo, Robert, que recibió un balazo aquel 12 de febrero, primer día de ‘La Salida’, como se llamó a la oleada antigubernamental, que duró tres meses.

“No hay nadie preso por el asesinato de mi hijo y yo lo he aceptado, no puedo hacer nada para que capturen a los que mataron a mi hijo”, comenta con resignación -como muchos otros familiares de víctimas- el hombre, a sus 87 años de edad.

La víctima, piloto de avión de 31 años y abiertamente opositor al Gobierno de Nicolás Maduro, fue testigo de los dos primeros asesinatos de ‘La Salida’, en una manifestación en Caracas, convocada por líderes estudiantiles y representantes del antichavismo. En las primeras horas de la revuelta, Robert ayudó a cargar al joven Bassil Da Costa, herido de muerte, hasta el punto de atención médica, donde no pudieron hacer nada por salvarle la vida. Fue la primera víctima mortal.

Más tarde, ya en casa, su padre lo vio manchado con sangre del fallecido y con heridas causadas por los perdigones que disparó la Policía, lo que no impidió que volviera a salir, de noche, a otra manifestación.
La protesta nocturna en la que participó fue disuadida a disparos por un grupo de hombres que no fueron identificados, pese a que múltiples medios coincidieron en asegurar que eran policías.

La siguiente vez que Derek Redman vio a su hijo fue en la morgue, con la cabeza atravesada por una bala que, 10 años después, la Justicia asegura no saber quién disparó.

El piloto se convirtió en la tercera víctima letal -después de Da Costa y Juan Montoya- de la represión ese día, que cerró con 66 heridos graves -17 policías o militares y 49 civiles-, una mecha que encendió el país por las siguientes doce semanas.

Una muerte impune

Por el caso de Redman fueron detenidos unos policías pero ninguno fue sentenciado, según explica su padre a EFE. “He podido aceptar el caso, porque a él no lo voy a revivir (…) conociendo la Justicia en este país, cómo funciona, es un poco difícil lograr una investigación tan profunda”, dice el octogenario, que repite sin cesar su resignación.

Padre e hijo habían participado juntos en numerosas manifestaciones antichavistas y, cuando se extendió el llamado a conmemorar el Día de la Juventud en una movilización, ninguno de los dos dudó en lanzarse a la calle, como miles de venezolanos.

Contando los días

Jhony Montoya, de 59 años, denunció en innumerables ocasiones que su hermano Juan -simpatizante oficialista convertido en opositor- cayó muerto producto de una confabulación entre miembros de un colectivo chavista el 12 de febrero.

El hombre, que fue condenado a 26 años solo como un “parapeto de justicia”, lleva la cuenta de los días transcurridos desde el “asesinato impune” de Juan, cuya última tarea, como parte de la “Inteligencia de la Policía de Caracas”, fue comprobar que los estudiantes no tenían armas en la manifestación, último mensaje que transmitió por radio.

Exigen justicia para 43 venezolanos fallecidos

Activistas de Venezuela realizaron en Caracas un homenaje a las 43 personas que perdieron la vida durante las protestas registradas en 2014 y exigieron al Estado justicia para estas víctimas. Alrededor de una decena de personas se agruparon en una esquina del centro de Caracas para recordar a Bassil Da Costa, primero en ser asesinado de un disparo en la cabeza durante estas protestas, y al resto de los “caídos”. El grupo exigió que se investiguen las muertes de todas las “víctimas de la represión” de los últimos 10 años.

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