Washington, DC. El presidente estadounidense, Donald Trump, aseguró ayer que su país no se convertirá en “un campo de inmigrantes”, al compararlo “con lo que está sucediendo en Europa”, e insistió en que un país necesita fronteras fuertes.
“Estados Unidos no será un campo de inmigrantes y no será un campo de acogida de refugiados. Lo que está ocurriendo en Europa y otros lugares, no lo permitiré, no bajo mi vigilancia”, dijo Trump en un acto en la Casa Blanca.
El mandatario estadounidense defendía así su política migratoria de mano dura ante la polémica desatada por la separación de menores de sus familias tras cruzar ilegalmente la frontera.
Trump insistió una vez más en “un país sin frontera no es un país para nada”.
Las autoridades confirmaron la semana pasada que separaron de sus familias a cerca de 2,000 menores inmigrantes en la frontera con México en un plazo de seis semanas en el marco de la política de “tolerancia cero” en la frontera y contra la inmigración ilegal, impulsada por Trump.
Críticas a política migratoria
En EEUU han crecido en los últimos días las críticas de la oposición demócrata, pero también en el seno del propio partido republicano, al que pertenece el mandatario estadounidense.
Las críticas han llegado, incluso, de la primera dama Melania Trump, que resaltó la tensión emocional a través de su portavoz.
La señora Trump cree que “necesitamos ser un país que acata todas las leyes”, pero que también “gobierna con corazón”, dijo la portavoz de Melania Trump, Stephanie Grisham. “La señora Trump detesta ver a niños separados de sus familias y espera que ambos partidos puedan finalmente ponerse de acuerdo y lograr una exitosa reforma migratoria”.
También El Vaticano, la ONU y México lamentaron cómo los niños “son los que más sufren” por la migración forzada, de acuerdo con las conclusiones de la segunda conferencia entre el Vaticano y México sobre migración internacional realizada la semana pasada.