Moscú. Rusia está movilizando al grueso de sus tropas para la ofensiva final en el Donbás, mientras tanto Ucrania como la OTAN aún recelan de la anunciada reagrupación del Ejército ruso, especialmente en el norte y en torno a la capital, Kiev.
El objetivo del enemigo ruso sería hacerse con “el control total del territorio de las regiones de Donetsk y Lugansk”, donde las milicias separatistas combaten hombro con hombro con las fuerzas rusas, según el Estado Mayor General del Ejército ucraniano.
Rusia asegura haber bloqueado las principales líneas de comunicación y abastecimiento ucranianos, lo que impediría la llegada de refuerzos a la primera línea de combate en el Donbás.
Además, pese a la reducción de la actividad militar rusa en torno a la capital y Chernígov, la constante presión rusa sobre ambas ciudades norteñas ataría de pies y manos a Kiev, que no podría socorrer a las unidades ucranianas en Donetsk y Lugansk.
Según el Estado Mayor ucraniano, las maniobras de los últimos días del enemigo tendrían como objetivo la formación “de una agrupación de las Fuerzas Armadas de Rusia para lanzar una ofensiva” final en el Donbás.
El Ejército ruso se centró en las últimas horas en machacar con misiles de crucero de alta precisión lanzados por su aviación los depósitos que suministran combustible a las fuerzas ucranianas desplegadas en el Donbás, incluidos los de la región vecina de Dnipró.
Además, avanzaron otros seis kilómetros tras cruzar el río Kashlagach, que se encuentra en dirección a la región de Zaporiyia, bajo control ruso desde hace semanas.
El objetivo de dicho avance es enlazar con las fuerzas rusas emplazadas en Zaporiyia, para después girar al norte, donde se encuentra Kramatorsk, el principal bastión militar ucraniano de la zona desde 2014. Según los separatistas, sus milicias controlan más del 90 % de Lugansk y cerca de dos tercios de Donetsk.