París. Líneas de metro cerradas, supresión de trenes de cercanías, reducción del número de autobuses… París vivió ayer un “viernes negro” en los transportes urbanos por la huelga del personal contra la reforma de las pensiones del Gobierno de Emmanuel Macron.
Hacía una década que en la capital francesa no se vivía una parecida parálisis en su sistema público de transportes, lo que augura un otoño difícil para un Ejecutivo que cuenta con aprobar su ambiciosa reforma del sistema de jubilación antes del próximo verano.
A primera hora de la mañana, los problemas en los transportes públicos tuvieron una consecuencia en las autopistas, con más de 300 kilómetros de atascos en torno a la capital francesa.
La situación se calmó a medida que avanzó la mañana, superada la hora punta, cuando la necesidad de los transportes públicos fue menos perentoria.
Diez de las 16 líneas de metro permanecieron totalmente paralizadas.