CARTAGENA. El papa Francisco denunció ayer la explotación humana y el desamparo de muchas personas en el último día de su viaje pastoral por Colombia, en donde tendió la mano a los desplazados y migrantes que huyen de la violencia y a la guerra.
“Todavía hoy, en Colombia y en el mundo, millones de personas son vendidas como esclavos, o bien mendigan un poco de humanidad”, señaló el papa en su Ángelus, rezo para homenajear a un santo español que luchó y defendió a los esclavos africanos, San Pedro Claver. Fue un acto muy personal para el pontífice, puesto que el llamado santo de los derechos humanos también fue jesuita como él. Para el papa, la humanidad tiene que darle un momento de ternura a esos seres explotados, que “se hacen a la mar o emprenden el camino porque lo han perdido todo, empezando por su dignidad y por sus propios derechos”.
Francisco también levantó la voz contra la violencia política en Venezuela, pidió una solución a esa “grave” crisis y se solidarizó con su población. Poco después de su llegada a Cartagena, el pontífice fue inmediatamente a San Francisco, una región pobre de la ciudad colonial donde un grupo de mujeres rescata y ayuda a chicas que son explotadas o han sido víctimas de trata de personas. Francisco convivió con algunas víctimas. Francisco salió luego al santuario de San Pedro Claver para rendir homenaje a este jesuita que predicó ante miles de esclavos africanos que pasaron por el puerto colombiano durante la época colonial española. Sin embargo, se lastimó al tratar de subir al papamóvil: pegó con el barandal del vehículo y sufrió heridas en la ceja y el pómulo, que ocasionaron un sangrado leve que manchó su sotana blanca.