Mineápolis. La ciudad de Mineápolis (EEUU) despidió ayer ,10 días después de su asesinato, a George Floyd, mientras los policías implicados se acusaron entre ellos ante un juez, que fijó una fianza de 750,000 para tres de ellos.
Floyd será enterrado el próximo martes en Texas, pero este jueves se celebró una ceremonia en Mineápolis, ciudad en la que vivía desde hacía algunos años y en la que fue asesinado el lunes de la semana pasada provocando el estallido de las mayores protestas raciales del siglo XXI en Estados Unidos.
“La historia de Floyd es la de todos los afroamericanos de este país, -dijo el reverendo Jesse Jackson- ¡Desde hace cuatrocientos años, la razón por la que no hemos podido ser quiénes queremos ser y no hemos podido siquiera soñar con quién queremos ser es porque hemos tenido vuestra rodilla sobre nuestro cuello!”.
La metáfora se explicaba sola, ya que Floyd murió después de que un policía blanco presionase su cuello con su rodilla durante casi nueve minutos, tres de ellos con el afroamericano ya inconsciente, una escena que ha dado la vuelta al mundo ya ha provocado un terremoto político en Estados Unidos.
El reverendo argumentó que “lo que le ocurrió a Floyd, ocurre cada día en este país, en educación, en la atención sanitaria y en cualquier otra área de la vida”, por lo que instó a la comunidad negra a quitarse de una vez por todas la “rodilla” que les presiona el cuello y les impide prosperar.
Mientras el principal acusado de la muerte, Derek Chauvin, sobre el que pesa un cargo de asesinato en segundo grado, no comparecerá ante un juez hasta la semana próxima, este jueves lo hicieron sus tres compañeros, que enfrentan cargos criminales por ser cómplices.
Dos de estos policías, Thomas Lane y J. Alexander Kueng, ambos novatos en el cuerpo, acusaron a Chauvin al ser el agente experimentado y el encargado de adiestrarles, y aseguraron que le instaron a no seguir presionando el cuello de Floyd.