Brasil Los candidatos presidenciales de Brasil arreciaron su campaña en la conquista del voto para la segunda vuelta de las elecciones el 30 de octubre.
En Sao Paulo, el exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, favorito para la segunda vuelta electoral frente al actual presidente Jair Bolsonaro, prometió “recuperar” las industrias naval y petrolera como grandes generadores de empleo en el país.
Lula, candidato de un amplio frente progresista, insistió en una breve rueda de prensa en Aracaju, capital del estado de Sergipe, que si vuelve al poder la “prioridad máxima” será “combatir el hambre”, que hoy afecta a 33 millones de brasileños.
Para ello, aseguró que impulsará un “conjunto de políticas” con la intención de “generar empleos inmediatamente”.
Hoy, el índice de desempleo en Brasil se ubica en el 8.9 %, lo equivale a casi 10 millones de personas en busca de trabajo. Aunque se trata de la tasa más baja desde mediados de 2015, el número de trabajadores informales está en niveles récord al representar cerca del 40 % de la fuerza laboral del país.
En este contexto, Lula, que ganó la primera vuelta de las elecciones con un 48.4 % de los votos, unos cinco puntos más que Bolsonaro, afirmó que quiere crear empleo a través de la construcción civil.
En la misma dirección, también prometió “recuperar” las industrias naval y petrolera, y “crear políticas de incentivo al pequeño y mediano emprendedor” por medio de “créditos” en condiciones favorables. “El Gobierno tiene que ser el inductor” de “facilitar la vida de las personas para que tengan acceso a todo, incluido crédito”, indicó.
Apoyo de más líderes religiosos
En Recife, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, recibió en esta ciudad el apoyo de varios líderes religiosos, principalmente de pastores evangélicos de la región noreste, la más pobre del país.
Bolsonaro reafirmó ante los líderes religiosos su compromiso en defensa de los “valores de la familia” y su oposición radical contra el aborto y las drogas. “Mientras salía de la Asamblea de la ONU ofreciendo asilo a los padres y monjas perseguidas por el Gobierno de Nicaragua, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, otro amigo de Lula, defendía la despenalización de drogas como la cocaína”.