Sao Paulo. El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo ayer miércoles a una corte brasileña que los cargos de corrupción en su contra son producto de una cacería de brujas y cuestionó la imparcialidad del juez.
La comparecencia de Lula en la ciudad de Curitiba, en el sureste del país, representa la segunda ocasión que encara al juez Sergio Moro, quien está al frente de una extensa investigación nacional sobre sobornos a políticos a cambio de favores para empresas privadas.
En mayo, el exmandatario también se mostró desafiante en la corte por otro caso y, a la larga, Moro lo encontró culpable y lo sentenció a nueve años y medio en prisión. Lula apeló esa condena.
“Mañana voy a llegar a casa y almorzaré con ocho nietos”, dijo Lula. “¿Puedo ver a mis niños a los ojos y decirles que testifiqué ante un juez imparcial?”
Moro le respondió que sí podría, pero Lula afirmó: “Eso no fue lo que sucedió en el otro caso”.
En el caso del miércoles, el exmandatario está acusado de corrupción por supuestamente aceptar un arreglo en el que la compañía constructora Odebrecht adquiriría un terreno que supuestamente debía ser destinado para las nuevas instalaciones del Instituto Lula.
Lula tiene varios cargos pendientes. El expresidente ha rechazado ser partícipe de cualquier irregularidad y afirma que las acusaciones tienen fines políticos. “Esto es una cacería de brujas”, dijo a la corte.
La semana pasada, el exministro de Finanzas durante el gobierno de Lula, Antonio Palocci, quien ha estado encarcelado durante un año, corroboró la acusación en este caso. El miércoles, Lula dijo que “sentía lástima” por Palocci y dijo que éste miente para salvarse a sí mismo.
Simpatizantes de Lula, muchos de ellos vestidos con el rojo característico de su Partido de los Trabajadores, lo acogieron como una estrella de rock mientras se abría paso entre la multitud para ingresar a la corte.