Los colores de la “canarinha”, la selección de fútbol de Brasil, unen al país suramericano en el deporte, pero los separa en la política
Los partidarios del expresidente de Brasil Jair Bolsonaro irrumpieron el 8 de enero en el Congreso, la Corte Suprema y el palacio presidencial del país. Las imágenes de los disturbios recordaron el ataque el Congreso de EEUU del 6 de enero de 2021, cuando miles de partidarios de Donald Trump atacaron la asamblea legislativa del país.
Pero en lugar de símbolos insurrectos que se exhibieron en Washington DC, los manifestantes en la capital de Brasil, Brasilia, vestían en su mayoría la bandera Auriverde del país y las camisetas de la selección nacional de fútbol. Dos emblemas de unidad nacional que se convirtieron en símbolos de división.
Fuera del país, la icónica camiseta recuerda a leyendas del fútbol como Pelé, Ronaldinho y Ronaldo. Sin embargo, dentro de Brasil, los partidarios de Bolsonaro eligieron la camiseta deportiva de la pentacampeona como su uniforme.
En respuesta, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva instó a todos los ciudadanos a reclamar la vestimenta, mientras ordena una investigación generalizada sobre las fallas de seguridad que llevaron a los hechos.
“No podemos avergonzarnos de usar nuestra camiseta verde y amarilla”, dijo Lula a los periodistas recientemente. “No pertenece a un candidato en particular. Ni pertenece a un partido en particular. Verde y amarillo son los colores de 213 millones de ciudadanos que aman este país”.
La “canarinha” de Lula
La lucha de Lula por la “canarinha” inició incluso antes de la ascención de Lula. Incluso, durante el desarrollo del pasado Mundial de Fútbol en Qatar, el hoy mandatario animaba a sus seguidores a descargar el diseño del sitio web oficial de Lula y hacer su propia camiseta.
“¡Somos un pueblo de determinación, raza y determinación, y el verde y el amarillo son nuestros colores! La esperanza, el coraje y la voluntad de ir tras lo que queremos y llevar alegría a la gente es lo que nos une. El Brasil del futuro está llegando, y es hora de que nos llenemos el pecho de orgullo y arraigo a nuestro país desde ya. Por lo tanto, descargue y haga su camiseta verde y amarilla y animemos las conquistas de Brasil en la Copa del Mundo y con el presidente Lula”, reza en la página web.
Sin embargo, a no todos los brasileños de izquierda les resulta fácil volver a abrazar una camiseta que “represente” a los simpatizantes a Bolsonaro. Incluso, la reconciliación se complica aún más por el hecho de que varios jugadores destacados de Brasil, incluido el delantero estrella Neymar, son partidarios de Bolsonaro.
“Todavía no estoy lista para usar la camiseta (…) No quiero que me confundan con un bolsonarista” dijo una brasilera consultada por el diario británico The Guardian sobre el tema.
La politización de los colores de BRasil
Hasta la Copa del Mundo de 1950, el uniforme de fútbol de Brasil era blanco y azul. Pero se consideró que no era lo suficientemente patriótico. El periódico Correio da Manhã, con sede en Río, realizó un concurso de ideas de nuevos uniformes y el diseño de un niño de 19 años superó a 300 participantes. El nuevo conjunto amarillo canario y verde, bautizado como el canarinho, se convirtió en símbolo de unidad y optimismo.
Pero cuando Bolsonaro comenzó a decirle a la gente que usara “amarillo” y votara, la camiseta pasó a ser vista como un símbolo de lealtades políticas. La asociación entre la tribu de Bolsonaro y la camiseta es tan fuerte que varios fanáticos de la nación enloquecida por el fútbol la abandonaron durante la reciente Copa del Mundo en Qatar. Los brasileños progresistas que querían hacer alarde del uniforme optaron por versiones alternativas que incluían símbolos progresistas como la estrella roja del Partido de los Trabajadores de Lula o la bandera LGBTQ.
Los seguidores de Bolsonaro no son los primeros en utilizar la camiseta como musa política. Ya en las décadas de 1960 y 1970, los militares “utilizaban estos símbolos como una forma de mostrar patriotismo. Y las personas que estaban en contra de esto eran vistas como enemigos del Estado”, según Carolina Botelho, politóloga de la Universidad de São Paulo. Bolsonaro, un exoficial militar, aparentemente recordó esa página de la historia brasileña.
Los disturbios de los manifestantes de Bolsonaro, en cifras
3: Horas que duró el saqueo de los edificios políticos
24: Horas que la capital fue clausurada por seguir la insurrección
40: Buses utilizados para el transporte de manifestantes incautados
400: Personas detenidas hasta el momento, según tuit del gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha. Rocha, un asesor de mucho tiempo de Bolsonaro, fue suspendido por 90 días por el juez de la Corte Suprema Alexandre de Moraes poco después por guardar “doloroso silencio” durante la violencia del domingo.