El cohete Larga Marcha 5B de la agencia espacial china cayó en el Océano Índico a las 5.24 hora peninsular española, según ha informado la autoridad espacial de China. Los restos que resistieron la brutal fricción con la atmósfera al reentrar a la Tierra han chocado contra el mar cerca de India y Sri Lanka.
El cohete, que despegó el pasado 28 de abril, caía sin control desde que cumpliera su misión de poner en órbita la futura estación espacial china, Tianhe.
En los últimos días, todos los organismos de seguimiento de objetos espaciales seguían con detalle la evolución de su caída para tratar de indicar cuál sería la trayectoria y el momento más probable en que caería sobre la superficie del planeta.
Finalmente, la mayoría de los restos se han desintegrado al entrar a la atmósfera y los que quedaban se han hundido en el océano. La comandancia espacial de EE.UU confirmó la reentrada del cohete sobre la península Arábiga, lo que coincide con la trayectoria necesaria para caer donde apunta China, aunque señala que no se sabe si los escombros cayeron en el mar o en tierra.
“Está claro que China no está cumpliendo con los estándares responsables con respecto a su basura espacial”
El máximo responsable de la NASA, Bill Nelson, hizo público un comunicado en el que critica duramente la gestión que hace China de estos cohetes: “Está claro que China no está cumpliendo con los estándares responsables con respecto a su basura espacial”. Y añade: “Es fundamental que China y todas las naciones y entidades comerciales con viajes espaciales actúen de manera responsable y transparente en el espacio para garantizar la seguridad, la estabilidad y la sostenibilidad a largo plazo de las actividades en el espacio exterior”.
Los últimos cálculos de las autoridades europeas, a primera hora de la noche del sábado en España, señalaban que el cohete caería sobre la Tierra en la madrugada del sábado al domingo alrededor de las 4:30 hora peninsular española, con más de dos horas de margen de error antes y después de ese momento. La estimación en ese momento del proyecto de vigilancia espacial impulsado por la Unión Europea (SST) es que pudiera caer en el mar cerca de la costa de Australia. “Pero la incertidumbre sigue siendo muy alta, la probabilidad de que caiga ahí ni siquiera es del doble de que caiga en otro sitio”, advertía entonces Jorge Lomba, responsable del programa del espacio del CDTI y coordinador del SST. A medianoche, tanto la agencia rusa Roscosmos como el Departamento de Defensa de EE UU indicaban que la península Ibérica estaría en plena trayectoria de entrada de los restos y que podría suceder frente a las costas del norte de Portugal.
El protocolo para estos casos indica que después de la hora estimada de caída, se hace un barrido con tres radares para certificar que no sigue orbitando y que ha llegado el desenlace. EE UU se sirve de un satélite de infrarrojos para seguir la enorme energía que desprenden estos restos al chocar contra la atmósfera y certificar el punto de entrada.
Desde el comienzo de este incidente, siempre se consideró que lo más probable era que cayera en los océanos, pero cabía la mínima probabilidad de que los pedazos de la nave llovieran sobre España. En una de sus múltiples órbitas, ya que da una v