Viena, 5 mar (EFE).- La ONU alertó este martes de una creciente vinculación del narcotráfico y el comercio ilegal de armas en los países de América Central y el Caribe, algo que “supone un grave problema para la estabilidad y la seguridad de la región”.
En su informe anual sobre la situación de las drogas en el mundo, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes -un órgano autónomo del sistema de Naciones Unidas- recuerda que toda la región se caracteriza sobre todo por ser una zona de tránsito para el narcotráfico.
Muchas de las rutas de los carteles de drogas sudamericanos pasan por países de Centroamérica y el Caribe.
Están además, “con cada vez mayor frecuencia, en el punto de mira de los traficantes que intentan introducir cocaína en los mercados de Europa”, advierte la JIFE.
Toda la región padece ya “un nivel elevado de violencia armada e inseguridad, lo que a menudo está relacionado con las actividades de los cárteles de la droga y las pandillas callejeras”, añade.
Citando diversos estudios recientes, el informe señala al Caribe por tener una de las tasas de asesinatos con armas de fuego más altas del planeta y destaca la “inquietud” que suscitan los vínculos entre las drogas y el tráfico ilegal de armas.
Los expertos de la ONU ven a su vez en estos problemas factores que provocan crecientes movimientos migratorios.
Así, recuerdan que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados constató que los conflictos armados, la violencia, las violaciones de derechos humanos y otros sucesos eran algunas de las razones por las que al final de 2022 había más de 108 millones de desplazados forzosos en todo el mundo.
Unos 2,6 millones de ciudadanos de América Latina y el Caribe presentaron nuevas solicitudes de asilo, lo que supone más del 40 % de la cifra total registrada en el planeta.
El informe destaca sobre todo a Cuba, Haití, Honduras y Nicaragua como naciones de origen de muchos de los refugiados.
Con respecto a Haití, indica que se ha convertido en un “país de tránsito” para el comercio ilícito de la droga, sobre todo de cocaína y cannabis, que se dirige hacia la República Dominicana, Estados Unidos y Europa Occidental.
“En 2023 la violencia ejercida por pandillas en la capital haitiana, Puerto Príncipe, se propagó a una velocidad alarmante en zonas de la ciudad que antes se consideraban relativamente seguras”, recuerda la JIFE.
“Pandillas de delincuentes fuertemente armadas atacaron infraestructuras críticas, como puertos y comisarías de policía, y se hicieron con el control de las principales autopistas de acceso a la capital”, añade.
En los tres primeros meses del año pasado, el número de crímenes y delitos, incluidos homicidios, violaciones, secuestros y linchamientos, se duplicó con respecto al mismo periodo de 2022, y actualmente se estima que el 80 % de las ciudades del país están bajo control de grupos armados.
Este desarrollo “preocupante” ha llegado acompañado de un aumento del tráfico de armas de fuego de gran calibre y de munición con destino a Haití por tierra, aire y mar.
Por otra parte, el informe indica que en Jamaica, donde hay una producción lícita de cannabis, preocupan las plantaciones ilícitas de la misma planta que siguen habiendo debido a que éstas últimas no respetan las normas ambientales y tienen un impacto negativo en la disponibilidad de agua.
Con respecto al consumo de drogas por la población de la región, la JIFE denuncia la falta de datos para evaluarlo.
“La persistente falta de estudios epidemiológicos recientes sobre la prevalencia del consumo de drogas en la mayoría de los países de la región puede estar dificultando la formulación de políticas de fiscalización de drogas con base empírica”, advierte. EFE