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El 3 de diciembre de 1989, los líderes de las dos superpotencias más poderosas del mundo, George H. W. Bush y Mijaíl Gorbachov, firmaron en Malta un acuerdo histórico que sellaría el final de la Guerra Fría y abrió la puerta a un nuevo orden mundial..
En un contexto marcado por la caída del Muro de Berlín y la inestabilidad de las repúblicas soviéticas, el encuentro en Malta se convirtió en un punto de inflexión en las relaciones internacionales y en un paso hacia una nueva era de cooperación y desarme.
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Elegir Malta como sede de la cumbre no fue casualidad. La isla, situada estratégicamente en el corazón del Mediterráneo, se comporto como un lugar neutral durante la Guerra Fría, lo que la convertía en un escenario ideal para este encuentro trascendental.
Además, Malta ya había sido el centro de negociaciones clave en la historia, como las reuniones entre Roosevelt y Churchill en 1945, en las que se trazaron los últimos detalles de la lucha contra el nazismo. La elección de este pequeño país como lugar de encuentro reflejaba el deseo de ambos líderes de dejar atrás la confrontación y trabajar por la paz.
La cumbre a bordo de los buques Maxim Gorki y USS Belknap
El formato de la cumbre también fue singular. En lugar de reunirse en una sala de conferencias tradicional, las delegaciones de ambos países se alojaron en los buques Maxim Gorki y USS Belknap, fondeados frente a las costas maltesas.
La idea era que las conversaciones se llevaran a cabo a bordo del crucero soviético Maxim Gorki, pero las tormentas y condiciones meteorológicas adversas obligaron a las delegaciones a reunirse en su interior, lo que contribuyó a que el evento fuera apodado como “la cumbre mareada” por la prensa internacional. A pesar de las dificultades logísticas, las conversaciones fueron fructíferas y dieron lugar a compromisos significativos.
La Cumbre de Malta no solo marcó el fin de la Guerra Fría, sino que también abrió el camino para una nueva relación entre Estados Unidos y la Unión Soviética, basada en el respeto mutuo y la cooperación.
Ambos líderes coincidieron en la necesidad de reducir los arsenales nucleares y trabajar hacia una paz duradera. Las palabras de Gorbachov, quien afirmó que “estamos en el principio de un largo camino hacia una era pacífica y duradera”, y las de Bush, que apostó por una cooperación estrecha entre las dos potencias, reflejaron el optimismo que reinaba en ese momento.
Repercusiones históricas
La Cumbre de Malta desde sus tiempos se considero por muchos expertos como uno de los momentos más importantes de la historia moderna, comparable con las reuniones de Yalta de 1945 entre Churchill, Roosevelt y Stalin.
Este encuentro no solo puso fin a una era de tensiones ideológicas, sino que también allanó el camino para la disolución de la Unión Soviética, que se produciría pocos años después, en 1991. Además, este evento se enmarco como un reconocimiento del proceso de reformas impulsado por Gorbachov, conocido como la perestroika, que buscaba una apertura tanto política como económica en la URSS.
Con la Cumbre de Malta, el mundo dejó atrás un periodo de confrontación nuclear y dio paso a una nueva etapa de cooperación internacional que transformaría las relaciones entre Oriente y Occidente durante las décadas siguientes.