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Beirut, 27 sep (EFE).- Un bombardeo israelí con una intensidad sin precedentes arrasó este viernes con varios edificios en los suburbios de Beirut, dejando hasta el momento dos muertos y decenas de heridos entre informaciones de que el objetivo habría sido el líder del grupo chií Hizbulá, Hasán Nasrala.
El ataque, que provocó explosiones audibles en toda la capital y enormes columnas de humo visibles a gran distancia, derrumbó diversos edificios en el corazón del extrarradio meridional del Dahye, donde los equipos de rescate continúan con las labores de búsqueda en medio de la destrucción.
El Ministerio de Salud Pública del Líbano confirmó en un comunicado que dos personas murieron y otras 76 resultaron heridas a causa de los “sucesivos” bombardeos, pero ya alertó de que se espera un aumento del balance “en las próximas horas” mientra sigue el operativo de rescate.
El Ejército israelí se ha limitado a indicar que atacaron el cuartel general de Hizbulá, supuestamente ubicado bajo un inmueble residencial, pero fuentes de seguridad citadas por la prensa hebrea aseguran que el objetivo del ataque era el máximo líder de la formación chií.
El movimiento político y armado libanés todavía no se ha pronunciado al respecto.
Una gran destrucción
Los bombardeos alcanzaron el barrio de Haret Hreik, causando una “gran destrucción” y afectando en gran medida a al menos tres calles de la zona, según la Agencia Nacional de Noticias del Líbano (ANN).
“Los bomberos, la Defensa Civil y todos los organismos sanitarios siguen trabajando para rescatar a los heridos y extinguir los incendios en los edificios afectados, constatando la dificultad de las operaciones en curso debido a la gravedad de los daños”, indicó el medio estatal.
El Dahye ya había sido atacado en otras seis ocasiones desde el inicio del fuego cruzado entre las partes hace casi un año, cuatro de ellas en la última semana.
El pasado viernes, más de medio centenar de personas murieron en un bombardeo israelí que hizo derrumbarse dos edificios en la zona, donde en los días siguientes se sucedieron además otras tres acciones contra altos mandos de Hizbulá, la última de ellas el jueves mismo.
Sin embargo, esta es la primera vez que las detonaciones resonaron no solo por Beirut sino también por poblaciones adyacentes, levantando una nube de humo naranja que algunos atribuyen a bombas antibunker.
Por el momento, se desconoce si el presunto complejo subterráneo alberga en el momento del ataque al líder de Hizbulá, grupo que controla el extrarradio.
El clérigo chií vive en ubicaciones secretas desde la última guerra librada contra Israel en 2006 y solo ha aparecido en público en un puñado de ocasiones desde entonces, la última hace más de una década.
Tomó las riendas del movimiento en 1992 después de que su predecesor Abbás al Musawi muriera en el bombardeo de un helicóptero israelí contra el sur del Líbano e, incluso en medio de los fuertes enfrentamientos del último año, siempre da sus discursos en diferido desde paradero desconocido.
Campaña de bombardeos
La acción contra el Dahye se produce en el quinto día de una intensa campaña de bombardeos israelíes contra el sur del Líbano y el oriental Valle de la Bekaa, también bastiones de Hizbulá.
Los ataques aéreos dejan ya más de 700 muertos y han obligado a unas 120.000 personas a abandonar sus hogares, mientras que unas 30.000 han cruzado la frontera con Siria huyendo de la violencia, la mayoría refugiados sirios residentes en el Líbano, según datos de la ONU.
Solo entre la medianoche y el mediodía de este viernes, perdieron la vida otras 25 personas en diferentes puntos, anunció en rueda de prensa el ministro libanés de Salud Pública, Firas Abiad.
De acuerdo con la ANN, uno de los ataques de la jornada mató a nueve miembros de una misma familia en una vivienda de tres plantas en Chebaa, en el sur del país, la región más castigada por la oleada de bombardeos iniciada el pasado lunes.
La campaña, sin precedentes desde la guerra civil libanesa (1975-1990), provocó tantos desplazamientos súbitos que muchos de los cientos de albergues abiertos por las autoridades están abarrotados y no hay recursos suficientes para cubrir las necesidades de las familias, denunciaron varias ONG.