Bangkok. Las réplicas y el daño a infraestructuras clave agravan la situación en Birmania, dos días después del terremoto de 7.7 que sacudió el centro-norte del país, donde empieza a evidenciarse la enorme destrucción causada por el sismo.
Uno de los lugares más afectados, según fuentes sobre el terreno y agencias de la ONU, es la ciudad de Mandalay, la segunda mayor de Birmania con alrededor de 1.5 millones de habitantes, cuyo aeropuerto permanece cerrado y carreteras y puentes cercanos dañados, lo que dificulta el acceso a la antigua capital birmana.
La ciudad, emblema de la tradición budista del país, se encuentra a unos 17 kilómetros del epicentro, y se prevé que sea uno de los lugares más perjudicados, si bien el difícil acceso y los cortes de internet y telefonía complican saber aún el alcance de la tragedia.
“Todo está en ruinas (…) Nadie quiere volver a sus casas”, dijo a EFE un vecino de la urbe, que prefirió no revelar su nombre.
“Los edificios que no han colapsado están inclinados, así que todo el mundo teme que se caigan (…) Los vecinos viven en la calle o a la intemperie, entre las ruinas”, añadió por teléfono.
El último recuento de la junta militar que detenta el poder en Birmania desde el golpe de 2021 es de 694 muertos solo en Mandalay. El difícil acceso a la zona junto al epicentro y las réplicas son otro óbice a las tareas de ayuda y rescate.
Según el último recuento del servicio meteorológico de Tailandia, ha habido unas 180 réplicas hasta la noche del domingo, todas inferiores al primer sismo (de magnitud máxima cercana a 6). Debido a las réplicas, la gente está tan asustada de volver a sus casas.