Gustavo Petro, el izquierdista que alcanzó la Presidencia de Colombia

En 2011 fue elegido alcalde de Bogotá por la formación Progresistas. “Soy el candidato del progresismo”, repite a menudo, para salirse de la casilla de “izquierdas”.

La competencia fue ajustada y Petro, de la coalición de izquierdas Pacto Histórico, consiguió 11.272.740 votos (el 50,49 %), contra los 10.551.520 sufragios (el 47,26 %) de Hernández, indicó la Registraduría con el 99,76 % de las mesas informadas.
La competencia fue ajustada y Petro, de la coalición de izquierdas Pacto Histórico, consiguió 11.272.740 votos (el 50,49 %), contra los 10.551.520 sufragios (el 47,26 %) de Hernández, indicó la Registraduría con el 99,76 % de las mesas informadas.

Gustavo Petro comenzó su lucha por el poder en la guerrilla Movimiento 19 de Abril (M-19), pero se considera ante todo un “revolucionario” porque es así como se ha sentido siempre y esa pugna de más de tres décadas lo llevó hoy a convertirse en el primer izquierdista en ganar la Presidencia de Colombia.

A la tercera fue la vencida para Petro, de 62 años, que después de los fracasos electorales en 2010 y 2018, este domingo alcanzó el triunfo definitivo en la segunda vuelta al imponerse al populista independiente Rodolfo Hernández por poco más de 721.000 votos, con el preconteo prácticamente concluido.

La competencia fue ajustada y Petro, de la coalición de izquierdas Pacto Histórico, consiguió 11.272.740 votos (el 50,49 %), contra los 10.551.520 sufragios (el 47,26 %) de Hernández, indicó la Registraduría con el 99,76 % de las mesas informadas.

GRAN ORADOR

Nacido en 1960 en Ciénaga de Oro, en el departamento caribeño de Córdoba, Petro creció y estudió en el interior del país, en Zipaquirá, un pueblo andino cercano a Bogotá. Es el mayor de tres hermanos, de familia de clase media, con padre costeño y madre del interior.

Esa mezcla también pervive en su carácter: tímido, callado y ufano en lo personal, como se le describe, pero un gran orador y cómodo cuando sube al escenario de las repletas plazas públicas, donde encandila a sus oyentes con frases grandilocuentes y discursos cautivadores.

“Hoy es día de fiesta para el pueblo. Que festeje la primera victoria popular. Que tantos sufrimientos se amortigüen en la alegría que hoy inunda el corazón de la Patria. Esta victoria para Dios y para el Pueblo y su historia. Hoy es el día de las calles y las plazas”, expresó el presidente electo en su primer declaración tras el triunfo.

PASO POR LA GUERRILLA

“Una vida, muchas vidas”, la autobiografía que publicó pocos meses antes de la campaña, da cuenta de que siempre se ha sentido fuera de lugar, solitario, dejado de lado, y también de cierta arrogancia con la que se ha sobrepuesto a muchas situaciones de su vida.

En el colegio La Salle de Zipaquirá, el mismo por donde pasó Gabriel García Márquez, contestaba a los curas con altanería y allá comenzó en su militancia, leyendo a intelectuales marxistas, hasta que en 1978, con 18 años, entró a la guerrilla del M-19, donde hizo sobre todo labores de enlace urbano y no tanto de lucha armada, hasta su desarme en 1990.

De esos doce años que vivió en las filas del “eme” bajo el nombre de “Aureliano”, como el personaje de “Cien años de soledad”, tres los pasó en la clandestinidad y otros dos en prisión. Lo capturaron en 1985 en Bolívar 83, el barrio popular de Zipaquirá que ayudó a fundar, y lo torturaron como a tantos miembros de la guerrilla en aquella época.

La izquierda gana por primera vez la Presidencia de Colombia con Gustavo Petro

“Yo no sentí el dolor de la tortura hasta cuando llegué a la cárcel. Durante los oscuros días de las golpizas, jamás me sentí doblegado físicamente, aunque sicológicamente fue difícil porque sentí que, de alguna manera, mi vida había cambiado”, describe en su autobiografía.

CONGRESISTA BRILLANTE

Al nuevo mandatario electo lejos le quedan ya esos años y seguramente le pese más su etapa de parlamentario. Nunca se sintió cómodo con las armas, pero sí con las palabras, con las que se defendía en la Cámara de Representantes y en el Senado.

Allá se volvió “uno de los congresistas más brillantes que ha tenido Colombia”, como se le define habitualmente, y ganó popularidad a principios de este siglo por sus denuncias de los nexos entre políticos y paramilitares, volviéndose también un dolor de cabeza para su némesis, el expresidente Álvaro Uribe, con lo cual consiguió el enjuiciamiento de varias personas.

La primera amenaza que recibió Petro, de las tantas que vendrían después y que lo tienen con uno de los dispositivos de seguridad más fuertes del país, fue en 1994 y lo obligó a exiliarse en Bélgica.

Petro cuenta con amargura su paso por Bruselas, alejado de todos, y con episodios depresivos de los que se sobrepuso estudiando una especialización en Medioambiente en la Universidad de Lovaina, que sumó al grado en Economía en la Universidad Externado de Colombia.

VAIVENES EN LA ALCALDÍA

En 2011 fue elegido alcalde de Bogotá por la formación Progresistas. “Soy el candidato del progresismo”, repite a menudo, para salirse de la casilla de “izquierdas”.

Quienes trabajaron con él en la Alcaldía dicen que no es fácil de tratar, que no es muy dado a trabajar en equipo y que toma las decisiones solo. Eso provocó numerosas renuncias y el cambio de más de medio centenar de altos directivos en sus cuatro años de gestión.

Sin embargo, para esta segunda vuelta logró aglutinar en torno a su nombre a varios políticos de centro, con lo cual intentará darle un tono menos radical a su discurso y a su gestión presidencial, y esos apoyos le sirvieron para disipar en parte el rechazo a su candidatura.

Su carácter de no tener miedo al enfrentamiento también le valió una destitución por parte de la Procuraduría, que por sus decisiones en la gestión de la recolección de basuras de Bogotá quiso su aniquilación política y que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) revocó.

Casado con Verónica Alcocer y padre de seis hijos con diferentes mujeres, Petro llega a la Presidencia alejado de varios de sus grandes compañeros de viaje, y sin muchas de sus ideas “revolucionarias”.

Lo hace ahora junto a unos compañeros de campaña más pragmáticos y polémicos y menos idealistas, como los senadores Roy Barreras y Armando Benedetti, que han pasado por distintos partidos y lo metieron en aprietos durante la campaña.

Para rescatar a los simpatizantes hastiados del personalismo, Petro se presentó a estas elecciones llevando como compañera de fórmula a la abogada y activista afrocolombiana Francia Márquez, una mujer que ha recogido el descontento de las calles y que atrae a mujeres, jóvenes y muchos votantes del Pacífico, de donde procede.

Y tras dejar atrás algunas de las ideas de izquierda más radicales y con fuerzas más tradicionales -las que siempre ha criticado por su corrupción y clientelismo- Petro llega a la Presidencia de Colombia para gobernar en el periodo 2022-2026.

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