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El 11 de diciembre de 1964, el edificio de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York fue escenario de un evento extraordinario que dejó una huella imborrable en la historia de la diplomacia internacional.
Durante un apasionado discurso del guerrillero argentino Ernesto “Che” Guevara, un atentado casi fatal tuvo lugar, marcando un antes y un después en la percepción de seguridad en la ONU.
Este incidente no solo resaltó la tensión política de la época, sino que también simbolizó el deseo de Alemania de abrir las ventanas del Consejo de Seguridad, permitiendo que la luz natural entrara por primera vez en más de medio siglo.
Guevara, entonces Ministro de Industria de Cuba, se dirigía a la Asamblea General para condenar el imperialismo y abogar por los derechos de los pueblos oprimidos.
Mientras su voz resonaba en la sala, cientos de cubanos exiliados protestaban afuera, creando un ambiente cargado de tensión.
En este contexto, una llamada anónima alertó sobre una bomba en el edificio, aunque las autoridades no encontraron evidencia alguna.
A las 12:10 PM, una explosión resonó cerca del edificio, provocando pánico entre los manifestantes y temores entre los delegados.
Un cohete lanzado desde Queens impactó en el río Hudson, a unos 200 metros del edificio, generando una onda expansiva que rompió ventanas y sacudió los cimientos del recinto.
A pesar del caos exterior, Guevara continuó su discurso sin inmutarse, afirmando posteriormente que la explosión había “dado más sabor” a su intervención.
Las consecuencias del atentado en la ONU
El atentado reveló las vulnerabilidades del edificio y llevó a las autoridades a tomar medidas drásticas. Como precaución, se cerraron las cortinas del Consejo de Seguridad para proteger a los delegados de futuros ataques.
Esta decisión se mantuvo durante más de cinco décadas, simbolizando un período de oscuridad y aislamiento en el ámbito internacional.
En 2014, tras una serie de renovaciones para mejorar la seguridad y eficiencia energética del edificio, Alemania solicitó abrir las cortinas nuevamente.
Este gesto fue considerado un símbolo de transparencia y apertura hacia una mayor inclusión en el diálogo internacional.