Washington, DC. Estados Unidos mostró ayer un raro momento de unidad en medio de la polarización política al recordar a las cerca de 3,000 víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001, con actos de conmemoración en los que se subrayó el “sacrificio” de los “héroes”.
“El futuro de EEUU no lo escribirán nuestros enemigos (…) EEUU nunca jamás se rendirá a la tiranía”, dijo el presidente Donad Trump, en su discurso en el monumento homenaje en Shanksville (Pensilvania), donde se estrelló el vuelo 93 de United, secuestrado por los terroristas, con 40 personas a bordo.
En ese momento, subrayó el mandatario, “un conjunto de valientes patriotas respondió a los enemigos del país” y se unió “al grupo inmortal de héroes estadounidenses”.
El vuelo 93 de United estaba dirigido hacia el Congreso estadounidense, y se estrelló en las praderas de Pensilvania, a 270 kilómetros al noroeste de Washington, cuando los 40 pasajeros se rebelaron contra los terroristas que habían tomado control del aparato.
Por ello, Trump recalcó que “las lágrimas de los familiares” están acompañadas por “el dolor compartido de toda una nación”. Pocos minutos antes, el vicepresidente Mike Pence, en una ceremonia en el Pentágono, donde otro de los aviones impactó contra la sede del Departamento de Defensa, a las afueras de Washington, y dejó 184 muertos, expresó su “deuda de honor y respeto” a las víctimas.
Presente en la ceremonia estaba el secretario de Defensa, James Mattis, que acaba de volver de un viaje sorpresa a Afganistán, donde las tropas estadounidenses combaten desde hace 17 años, precisamente a raíz del histórico ataque, reconoció el esfuerzo de quienes pese al peligro se apresuraron a socorrer a las víctimas.
“Aunque el mal nos visitó en una mañana clara de martes, el valor y la fuerza respondieron entre el fuego y el humo en la ciudad de Nueva York, en una pradera de Pensilvania y en este mismo edificio, cuando personas inocentes de 91 países fueron asesinadas en nuestro territorio”, apuntó Mattis.