Washington, DC. El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, aseguró ayer miércoles que su Gobierno “no se quedará de brazos cruzados mientras Venezuela se derrumba en dictadura y opresión”.
Sin embargo, al ser preguntado por los periodistas sobre las posibles opciones que la Administración de Donald Trump tiene sobre la mesa para continuar aumentando la presión sobre el Gobierno de Nicolás Maduro, incluidas las sanciones sobre el petróleo, Pence evitó ser conciso.
“Como dije en la OEA, hacemos un llamamiento al régimen de Maduro para que restaure las instituciones democráticas, deje de lado esta elección simulada que se avecina en los próximos días, restablezca la democracia en su país y lo abra a la ayuda humanitaria”, agregó el vicepresidente, antes de dar comienzo a un almuerzo de trabajo con representantes del centro de estudios Consejo de las Américas.
Pence hizo referencia al viaje que realizó el pasado año por la región latinoamericana y aseguró haber conocido “a un puñado” de los dos millones de personas que ya entonces habían huido de Venezuela “debido a necesidades médicas, de privación y de hambre”.
“El presidente Trump está absolutamente comprometido a hacer lo necesario, trabajando con nuestros aliados en la región, para restaurar la democracia en Venezuela”, agregó el vicepresidente, quien esta semana se dirigió ante la Organización de Estados Americanos (OEA) para realizar un nuevo llamamiento sobre el país caribeño.
Pence solicitó entonces que Venezuela fuera suspendida de la organización regional, mientras el Departamento del Tesoro emitía nuevas sanciones contra funcionarios venezolanos.
Asimismo, el vicepresidente de los Estados Unidos insistió en la necesidad de luchar por “un continente de libertad”, y reiteró que Latinoamérica es “una prioridad” para su país.
Recientemente Pence también denunció las elecciones presidenciales de Venezuela.