Si él hubiera sido su profesor, habría puesto a Biden la calificación de “B”, es decir un notable, una nota mejorable para el gobernante que acumula medio siglo de experiencia política y soñó por primera vez con la Presidencia en 1984, cuando perdió las primarias demócratas.
En opinión de Cornfield, lo que EE.UU. hoy recordará es la llegada a la Vicepresidencia de Kamala Harris, quien se convirtió en la primera mujer, la primera afroamericana y la primera persona de origen asiático en acceder a este puesto.
Y también pasará a los libros de historia las enormes medidas de seguridad con 25.000 militares desplegados en las calles de la capital, así como el mar de banderas estadounidenses que sirvió de sustituto al público y las 17 órdenes ejecutivas que Biden tiene previsto firmar pocas horas después de llegar a la Casa Blanca.
ÉNFASIS EN LA ACCIÓN, NO EN LA ORATORIA
Biden, afirmó Cornfield, nunca ha sido un gran orador: tuvo que superar su tartamudez cuando era niño y suele salirse del guion, pero su fortaleza es la capacidad para aprobar medidas concretas y lograr consensos con el otro bando ideológico, al que hoy tendió la mano.
En una parte del discurso, el demócrata explícitamente prometió que será “el presidente de todos los estadounidenses”, un lugar común al que recurrieron todos sus antecesores con excepción de Donald Trump, quien hace justo cuatro años en su discurso de investidura ofreció una visión oscura del país.
Entonces, mientras unas nubes negras se cernían sobre Washington, Trump prometió que pondría fin a la “carnicería estadounidense”.
Hoy mientras el sol brillaba y, por un momento, caían copos de nieve, Biden tendía puentes para curar las heridas de EE.UU. y superar las divisiones, personificadas en el asalto al Capitolio del 6 de enero, suceso que conmocionó al país y se cobró la vida de cinco personas.
“¿Sabes? Puede que aburrido sea justo lo que el país necesita”, comentó a Efe Steffen Schmidt, profesor de Política de la Universidad de Iowa.
“Donald Trump -añadió- nunca fue aburrido, siempre estabas sentado con las manos agarradas muy fuerte esperando a ver qué era lo siguiente. Y creo que el país estaba cansado de eso. Y aburrido puede ser muy bueno”.
CONSCIENTE DE LA OPORTUNIDAD Y EL DESAFÍO
Aunque su discurso no sea recordado como uno de los mejores de la historia de EE.UU., Biden sabe que tiene la oportunidad de marcar un punto de inflexión, tal y como hicieron otros dos dirigentes: Franklin D. Roosevelt (1933-1945), venerado por haber sacado al país de la Gran Depresión, y Abraham Lincoln, (1861-1865), crucial en mantener a EE.UU. unido durante la Guerra Civil.
Biden comparó el momento actual que atraviesa el país precisamente con ese episodio, que puso en peligro la propia existencia de la nación, y citó al propio Lincoln al prometer que su “alma entera” estará dedicada a la Presidencia, al mismo tiempo que pidió acabar con la “guerra no civil” entre demócratas y republicanos.
Esas palabras suponen un “importante mensaje de tranquilidad” y una señal de que Biden entiende que su cargo como jefe de Estado y comandante en jefe no debe ser un instrumento partidista, dijo a Efe la profesora de la universidad Vanderbilt, Vanessa Beasley, experta en discursos presidenciales.
De hecho, destacó Beaslye, Biden señaló que la nación debe estar unida para moverse hacia adelante, pero también defendió el respeto a la “verdad” frente a los “hechos fabricados” y se comprometió a plantar cara a los supremacistas blancos.
LAS CUATRO CRISIS DE EE.UU.
Biden prometió que hará frente a cuatro crisis: la pandemia, la violencia racial, la crisis climática y el terrorismo doméstico.
“Ningún presidente ha dado nunca un discurso tan monumental en el contexto de tantas crisis simultáneas como las que enfrenta ahora la nación”, valoró el experto en Ciencia Política de la Universidad de Michigan Aaron Kall, autor de un libro sobre los discursos inaugurales de los presidentes de EE.UU.
Tradicionalmente, el primer discurso del presidente sirve para propulsar su agenda y su mandato, cuyos 100 primeros día se consideran cruciales por ser tradicionalmente los más productivos.
Al final, el legado de Biden no dependerá del discurso de hoy; sino de sus primeros 100 días y de si, como prometió durante la campaña, logra rescatar la atormentada “alma” de EE.UU. EFE